CUBA’S OUTRAGED PEOPLE
Lourdes Machado is a Cuban of Santa Clara who spent $ 20 -the equivalent of a monthly salary, in a pair of shoes that lasted 30 days. Claimed in the store but the warranty is only one week, obviously they know the quality of the products they sell.
Outraged and without having to turn to, he writes to Pepe Alejandro-a sort of Father Bartolomé de las Casas consumer-Cubans and it publishes the report in the newspaper Juventud Rebelde waiting for someone to answer.
Lourdes is not the exception but the rule, in Cuba there are millions of “outraged” that do not bulge because prowl about the bus stops, doing paperwork in government offices in the carnage, in warehouses and in stores hard currency.
They have no where to go with your shoes destroyed, no one will restore the money spent, to punish stores for selling shoddy products and importers spend millions buying foreign junk.
An acquaintance who used to import footwear and parts for assembly in Cuba, told me that this is a great shot and when asked “who gives more” refer to pocket money shift Buyer .
The receiving kickbacks Cuban importers from the shoemaker are tens of thousands of dollars. These “bites” ultimately define the purchases and the higher the commission paid lower product quality.
The importers are not affected, with the extra money you get buy the “cheesy” for his year in China itself in the return trip through Canada. Never saw this person or his family wear shoes that it mattered.
It happens everywhere, in the most expensive supermarket Havana cheaper brands sold in Spain at prices that would blush avid speculators and applied overnight increases of 30% in the common rice to offer the kilo more than U.S. $ 3.
They charge three, four, five times more than the worth of products in supermarkets in Europe but, despite their fabulous profits, not
provide good customer service, closed early and Multan prices items.
Bosses are always meeting or resting because “they can not spend all day here,” he explained. When we complained of a “fine” offer us giving us another product for us to shut up but do not give us the opportunity to put on record a complaint.
The outraged Cubans have “voice” but of no use protesting isolated until it has an “ear” that institutional receptions. The indignation of the citizen should become the starter while moving solutions.
The country cries out for Consumer Advocacy at the macro level as needed a comptroller. Moreover, the combined action of both institutions could serve to require importers and shopkeepers quality parameters according to prices.
I am sure that many of the cases that begin in a simple protest against the sole item of a pair of shoes could end up in the hands of the Comptroller General of the Republic turned into a great process for corruption.
Set the Ombudsman is important everywhere but in Cuba much more because the state monopolizes the domestic trade.
For corrupt easily quell any protest politizándola even for poor quality, overpriced and even “fine”.
The Consumer Advocate will radically change this perception because it is an instrument of the state to protect its own citizens from the abuses of the shopkeepers. The government would appear to be guilty and be projected as an ally of the people.
When he started the Cuban Revolution claimed to be of the humble, for the humble and the meek, for the great benefit of an Ombudsman will be just the humble, those who should most efficiently spend their meager incomes.
Sources: CartasDesdeCuba/FernandoRavsberg/BBC/UK/TheCubanhistory.com
Los Indignados de Cuba/The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor
LOS INDIGNADOS DE CUBA
Lourdes Machado es una cubana de Santa Clara que se gastó US$20 -el equivalente a un salario mensual- en un par de zapatos que le duraron 30 días. Reclamó en la tienda pero la garantía es de solo una semana, evidentemente ellos saben la calidad de los productos que venden.
Indignada y sin tener a quien recurrir, le escribe a Pepe Alejandro -una especie de Padre Bartolomé de las Casas de los consumidores cubanos de a pie- y éste publica la denuncia en el periódico Juventud Rebelde a la espera de que alguien le conteste.
Lourdes no es la excepción sino la regla, en Cuba hay millones de “indignados” que no hacen bulto, porque andan dispersos por las paradas de autobús, haciendo trámites en oficinas del Estado, en las carnicerías, en las bodegas y en las tiendas de moneda dura.
Ellos no tienen dónde acudir con sus zapatos destrozados, no hay nadie que les restituya el dinero gastado, que sancione a las tiendas por vender productos de mala calidad y a los importadores que se gastan millones comprando basura en el extranjero.
Un conocido que se dedicaba a la importación de calzado y de sus partes para montarlos en Cuba, me contaba que se trata de un gran remate y que, cuando preguntan “quien da más”, se refieren al dinero para el bolsillo del comprador de turno.
Las comisiones ilegales que reciben los importadores cubanos de parte del fabricante de zapatos son de decenas de miles de dólares. Esas “mordidas” definen en última instancia las compras y cuanto mayor es la comisión pagada menor es la calidad del producto.
A los importadores no les afecta, con el dinero extra que reciben compran “la pacotilla” para los suyos en la propia China a o en el viaje de regreso por Canadá. Nunca vi a esta persona ni a su familia usar los zapatos que el mismo importaba.
Y ocurre en todas partes, en el supermercado más caro de La Habana venden las marcas más baratas de España a precios que harían sonrojar a los más ávidos especuladores y aplican de un día para otro subidas del 30% en el arroz común para ofrecer el kilo a más de US$3.
Cobran tres, cuatro y hasta cinco veces más de lo que valen los productos en los supermercados de Europa pero, a pesar de sus fabulosas ganancias, no
brindan una buena atención al cliente, cierran antes de tiempo y multan los precios de los artículos.
Los jefes siempre están reunidos o descansando porque “no pueden estar todo el día aquí”, nos explican. Cuando nos quejamos de una “multa” nos ofrecen regalarnos otro producto para que nos callemos pero no nos dan la posibilidad de dejar sentada una queja.
Los indignados cubanos tienen “voz” pero de nada servirán sus protestas aisladas mientras no haya un “oído” institucional que las recepcione. La indignación del ciudadano debería convertirse en el motor de arranque que ponga en movimiento las soluciones.
El país pide a gritos una Defensoría del Consumidor como a nivel macro necesitó de una Contraloría. Es más, la acción de ambas instituciones combinada podría servir para exigir a los tenderos y a los importadores unos parámetros de calidad acorde a los precios.
Estoy seguro de que muchos de los casos que se inician en una simple protesta por la suela partida de un par de zapatos podrían terminar en manos de la Contraloría General de la Republica convertidos en un gran proceso por corrupción.
Establecer la Defensoría es importante en todas partes del mundo pero en Cuba mucho más porque el Estado monopoliza el comercio interno.
Para los corruptos es muy fácil acallar cualquier protesta politizándola aunque sea por mala calidad, sobreprecio e incluso por “multa”.
La Defensoría del Consumidor cambiaría radicalmente esa percepción porque es un instrumento del propio Estado para proteger al ciudadano de los abusos de los tenderos. El gobierno dejaría de aparecer como culpable y se proyectaría como aliado de la gente.
Cuando comenzó la Revolución Cubana proclamó ser de los humildes, para los humildes y por los humildes, pues los grandes beneficiados de una Defensoría serán justamente los humildes, los que deben gastar lo más eficientemente posible sus escasos ingresos.
Sources: CartasDesdeCuba/FernandoRavsberg/BBC/UK/TheCubanhistory.com
Los Indignados de Cuba/The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor