CUBA SE ASOMA en el 2021 a un Año Clave, ante un Futuro Incierto.. * CUBA LOOKS in 2021 to a Vital Year, and an Uncertain Future…

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En el horizonte (de Cuba), hay una compleja reforma económica por hacer y una unificación monetaria en marcha que supondrá el fin de décadas de políticas igualitaristas y de subsidios, que a corto plazo representa un duro golpe al bolsillo de los cubanos. Junto a desafíos gigantes en lo económico y lo social, en lo político se abre un escenario inédito por la irrupción masiva de las redes sociales y la extensión de internet, que ha posibilitado nuevos espacios de expresión, confrontación ideológica y participación ciudadana.

Son muchos los factores que convierten 2021 en un año clave para Cuba. En abril se celebrará el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en el que Raúl Castro, de 89 años, dejará el puesto de Primer Secretario. Fue Raúl quien alentó su sustitución en la presidencia del país por el ingeniero Miguel Díaz-Canel, de 60 años, y propuso un máximo de dos mandatos para los altos cargos, tanto en el Estado como en el Partido, por lo que con él deberían marcharse otros históricos, habitualmente identificados con las posiciones más ortodoxas.

En el VIII Congreso –que si no depara sorpresas elegirá a Díaz-Canel como primer secretario del PCC–, no es solo importante por ser el del relevo, sino porque ha de trazar las líneas estratégicas que marcarán el destino del país y de los cubanos en los próximos años. Líneas que obligatoriamente pasan por acabar con décadas de igualitarismo y articular un proceso de reformas aperturistas que deben impulsar el sector privado y cooperativo, las pymes y la inversión extranjera, además de descentralizar la toma de decisiones económicas, dar autonomía a las empresas estatales y fortalecer a las administraciones locales.

Ya el VII Congreso, en 2016, dio vía libre a la mayor parte de estas transformaciones, pero fueron pospuestas una y otra vez, incluida la reforma monetaria iniciada este 1 de enero y que supone un aterrizaje forzoso de Cuba en la economía real.

La devaluación de la moneda y la unificación monetaria (se elimina el peso convertible y circulará solo el peso cubano) se sabía problemática por su impacto social, las subidas de precios, la inflación y la reducción considerable del poder adquisitivo de la gente. Pero al parecer nadie calculó la magnitud del malestar. El incremento de la factura de la luz –que en algunos casos llegaba al 500%–, del precio del pan, el gas, el transporte público y hasta del helado de la famosa heladería Coppelia, provocaron estos días un tsunami de críticas –expresadas sobre todo a través de las redes sociales–, ante lo cual el Gobierno frenó y anunció que revisará a la baja muchas de las tarifas decretadas.

Los economistas bautizaron el 1 de enero como el Día Cero, por ser el del inicio de una reforma largamente esperada y que todos los actores económicos consideran imprescindible si Cuba quiere evitar la bancarrota e incrementar su productividad. Pero también, en cierto modo, 2021 puede considerarse el Año Cero por otras razones.

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Como buena noticia, el 20 de enero asumirá la presidencia de EE UU Joe Biden, que ya adelantó que retomará la política de acercamiento a la isla de la administración Obama y levantará las sanciones impuestas por Trump, que en los últimos cuatro años ha recrudecido notablemente el embargo y agravado las penurias de los cubanos. La epidemia de la covid-19 mitigará el efecto positivo para la economía cubana de la vuelta del turismo norteamericano y el fin de las restricciones a los vuelos directos, los cruceros y las remesas, primeras medidas que pudiera adoptar Biden. “De cualquier modo, aunque se vaya Trump, para Cuba cualquier administración norteamericana es un desafío, como se demostró con el deshielo de Obama, que generó nuevos retos y resistencias en los sectores más ortodoxos”, observa un destacado académico que prefiere el anonimato.

La manifestación pacífica ocurrida el 27 de noviembre a las puertas del Ministerio de Cultura (MINCULT), convocada y difundida a través de internet y las redes sociales, es otro factor a considerar que inquieta a las autoridades, y es reflejo del nuevo momento que vive Cuba. La chispa de la convocatoria fue el desalojo por la fuerza de un grupo de artistas y activistas disidentes del llamado Movimiento San Isidro (MSI), que protestaban en una casa de La Habana Vieja por la condena de un rapero.

En rechazo a lo sucedido la noche anterior, la movilización, teléfono móvil en mano, de cientos de jóvenes vinculados al mundo de la cultura, cada cual con su propia agenda o sin agenda, pero unidos en el reclamo de mayor libertad de expresión, tolerancia política y cese del hostigamiento contra el que disiente, puso a las autoridades ante una realidad sin precedentes. Funcionarios del MINCULT aceptaron recibir a un grupo en representación de los manifestantes, escucharon sus demandas y se comprometieron a un diálogo que finalmente se frustró, pero que sacudió los cimientos del debate político en Cuba.

Decenas, cientos de personas, artistas, académicos, activistas y gentes del común se lanzaron en tromba en las redes a defender el diálogo, mientras la autoridad y quienes se identificaban con ella negaban cualquier posibilidad de debate con “contrarrevolucionarios” y “mercenarios pagados por el imperio”. La televisión y los medios oficiales arremetieron duramente contra los integrantes del MSI y los periodistas independientes –no contra los manifestantes del 27N–, pero se estableció durante semanas una confrontación inédita en Internet que demostró que el Estado, hoy, ya no tiene monopolio del mensaje y de la verdad establecida.

“Las redes son la expresión de una auténtica democratización de la comunicación que la revolución Internet ha permitido. Hoy, cualquier individuo en cualquier país, por un coste mínimo, con un teléfono inteligente posee la misma potencia de fuego comunicacional que, por ejemplo, la CNN. Es una revolución considerable”, reflexionaba por aquellos días el exdirector de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, autor del libro Cien horas con Fidel, en una entrevista con EL PAÍS.

Lo ocurrido estos primeros días de reforma monetaria confirma que, junto a los retos económicos, políticos y sociales, 2021 trae a Cuba también nuevas reglas del juego. Los miles de mensajes y críticas en Facebook, Instagram y otras redes sociales contra las subidas de precios y las medidas anunciadas, hicieron a las autoridades pensárselo mejor y en algunos casos dar marcha atrás. 62 años después de que Castro bajara de la Sierra Maestra, llega otro 1 de enero muy cargado: el Congreso del Partido, el relevo definitivo de los históricos, el aterrizaje de Biden, las reformas económicas, las redes sociales, el desabastecimiento y sus secuelas de malestar ciudadano, hacen de 2021 un año clave en el desenlace del dilema Revolución contra Evolución.

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Is-Cuba-safe-Crumbling-InfrastructureCUBA LOOKS IN 2021 TO A VITAL YEAR, AND AN UNCERTAIN FUTURE …

On the horizon (of Cuba), there is a complex economic reform to be done and a monetary unification underway that will mean the end of decades of egalitarian policies and subsidies, which in the short term represents a severe blow to the pocket of Cubans. Along with gigantic economic and social challenges, an unprecedented scenario opens up in politics due to the massive irruption of social networks and the spread of the internet, which has made possible new spaces for expression, ideological confrontation, and citizen participation.

There are many factors that make 2021 a key year for Cuba. In April, the VIII Congress of the Communist Party of Cuba (PCC) will be held, in which Raúl Castro, 89, will leave the post of First Secretary. It was Raúl who encouraged his replacement in the country’s presidency by the 60-year-old engineer Miguel Díaz-Canel and proposed a maximum of two terms for senior positions, both in the State and in the Party, so with him they should other historical ones, usually identified with the most orthodox positions, leave.

In the VIII Congress – which if it does not provide surprises will elect Díaz-Canel as the first secretary of the PCC -, it is not only important because it is the replacement, but because it has to draw the strategic lines that will mark the destiny of the country and the Cubans in the next years. Lines that necessarily go through ending decades of egalitarianism and articulating a process of open-ended reforms that should promote the private and cooperative sector, SMEs, and foreign investment, in addition to decentralizing economic decision-making, giving autonomy to state companies, and strengthening to local administrations.

Already the VII Congress, in 2016, gave free rein to most of these transformations, but they were postponed time and again, including the monetary reform that began on January 1, which implies a forced landing of Cuba in the real economy.

The devaluation of the currency and monetary unification (the convertible peso is eliminated and only the Cuban peso will circulate) was known to be problematic due to its social impact, price increases, inflation, and the considerable reduction in people’s purchasing power. But apparently, no one calculated the magnitude of the discomfort. The increase in the electricity bill – which in some cases reached 500% -, the price of bread, gas, public transport and even ice cream from the famous Coppelia ice cream parlor, these days caused a tsunami of criticism – expressed about all through social networks–, before which the Government stopped and announced that it will revise down many of the decreed rates.

The economists baptized January 1 as Zero Day, as it was the beginning of a long-awaited reform that all economic actors consider essential if Cuba wants to avoid bankruptcy and increase its productivity. But also, in a way, 2021 can be considered Year Zero for other reasons.

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As good news, on January 20, Joe Biden will assume the presidency of the United States, who has already announced that he will resume the policy of rapprochement with the island of the Obama administration and will lift the sanctions imposed by Trump, which in the last four years has intensified notably the embargo and aggravated the hardships of the Cubans. The COVID-19 epidemic will mitigate the positive effect on the Cuban economy of the return of North American tourism and the end of restrictions on direct flights, cruises, and remittances, the first measures that Biden could adopt. “In any case, even if Trump leaves, for Cuba any US administration is a challenge, as demonstrated with the Obama thaw, which generated new challenges and resistance in the most orthodox sectors,” observes a prominent academic who prefers anonymity.

The peaceful demonstration that occurred on November 27 at the gates of the Ministry of Culture (MINCULT), called and disseminated through the internet and social networks, is another factor to consider that worries the authorities and is a reflection of the new moment that lives Cuba. The spark of the call was the forcible eviction of a group of dissident artists and activists from the so-called San Isidro Movement (MSI), who were protesting in a house in Old Havana over the conviction of a rapper.

In rejection of what happened the night before, the mobilization, mobile phone in hand, of hundreds of young people linked to the world of culture, each with their own agenda or without an agenda, but united in the demand for greater freedom of expression, tolerance policy and cessation of harassment against those who dissent, but the authorities before an unprecedented reality. MINCULT officials agreed to receive a group representing the protesters, listened to their demands, and committed themselves to a dialogue that was ultimately frustrated, but that shook the foundations of the political debate in Cuba.

Tens, hundreds of people, artists, academics, activists, and ordinary people threw themselves into the networks to defend dialogue, while the authority and those who identified with it denied any possibility of debate with “counterrevolutionaries” and “mercenaries paid by the Empire”. Television and the official media harshly attacked members of the MSI and independent journalists – not against the protesters of 27N -, but an unprecedented confrontation on the Internet was established for weeks that showed that the State, today, no longer has a monopoly on the message and of the established truth.

“The networks are the expression of authentic democratization of communication that the Internet revolution has allowed. Today, any individual in any country, for minimal cost, with a smartphone has the same communicational firepower as, for example, CNN. It is a considerable revolution ”, reflected in those days the former director of Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, author of the book One Hundred Hours with Fidel, in an interview with EL PAÍS.

What happened in these first days of monetary reform confirms that, together with the economic, political, and social challenges, 2021 also brings new rules of the game to Cuba. The thousands of messages and criticisms on Facebook, Instagram, and other social networks against the price increases and the announced measures made the authorities think better of it and in some cases back down. 62 years after Castro came down from the Sierra Maestra, another very loaded January 1 arrives: the Party Congress, the definitive replacement of the historical ones, the landing of Biden, the economic reforms, social networks, the shortage and its aftermath of civil unrest, make 2021 a key year in the outcome of the Revolution vs. Evolution dilemma.

Agencies/ El Pais/ Mauricio Vicent/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.

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