This is a scary story. In May 1939 more than 900 Jews who arrived in the port of Havana on the ship St. Louis, from Nazi Germany were prevented from disembarking although all had proper authorization to do so, a call landing permit for which they paid a minimum of $ 150. Almost all of them had applied for U.S. visa and thought only remain on the island until they could enter the country. But eight days before the San Luis sailed to Cuba from the German port of Hamburg, Cuban President Federico Laredo Bru, invalidated by decree, landing permits. To enter Cuba would then have required a permit from the Secretary of State and another, of the Ministry of Labor, plus the payment of a bonus of $ 500, requirements which, of course, tourists are excluded. None of the passengers of the ship San Luis knew of the entry into force of this measure to the port of Havana. And it was too late. They had to return to Europe. Not many of them survived to tell the tale. (READ TheCubanHistory “The Voyage of the SS St. Louis) a>
The country was then a severe economic depression. There was hunger, life expectancy was short and people were dying for lack of doctors and medicines, perfectly curable disease. The sources of employment were slim. However, the Cuban revolutionary labor movement and not protest against Jewish immigration, even before the arrival of the San Luis and had come to the island about 2500 Jews.
Newspapers such as Diario de la Marina, saves and encouraged Alert Semitism in a country where Jews-called Polish-usually always formed part of the landscape. The aversion was increased by Nazi propaganda. Do not forget that was established in 1938 in Havana, Calle 10 no. 406 between 17 and 19, Vedado, and the Nazi Party that existed here at the same time, the National Fascist Party, which were authorized by the Special Register of Associations of the provincial government.
The Nazis said Cubans see the alleged “Judeo-communism” enemy front and, by regulation, is preparing to cooperate with the authorities “regarding the reloading of West Indian immigrants” and other “undesirable migrations”, thus which proposed out of the country not only to Haitians and Jamaicans, mostly working as laborers in the sugar harvest, but Jews, essentially dedicated to the business, so also advocated for “legislation on commercial licensing restrictions and industrial. ”
The San Luis was not the only Jews on board boat that ran so lucky in the port of Havana. It was the same with other vessels.
On May 27, 1939, the day of the arrival of San Luis, Havana port the vessel touched Orduña English, with 120 Austrian Jews, Czechs and Germans. Forty-eight of the passengers brought the landing permit invalidated by national authorities. Still could go ashore. The remaining 72 were forced to a long journey through South America, although it also appealed to the benevolence of President Roosevelt, who was deaf ear to the request. After passing through the Panama Canal, the Orduna made brief stops in ports of Colombia, Ecuador and Peru. In the latter found refuge four passengers and another 68 returned to Canal aboard another British ship. There, in the Panamanian city of Balboa, seven of them obtained visas to Chile, and the others were at Fort Amador until 1940, when admitted to the United States.
Also in May 1939 arrived in Havana the French ship Flandre, with 104 Jews on board. Landing impossible. He put the boat bound for Mexico, where not allowed to disembark their passengers and Flandre returned to France, where the government accepted the emigrants, but were held in an internment camp.
Another boat, the Orinoco, twin of San Luis, had arrived in Havana in June with 200 passengers on board. But his captain aware of what happened on that port, tried that England and France acogieran. Not accepted, and neither did the U.S.. U.S. diplomats pressured the then German ambassador in London to give assurances that once the refugees back to Germany would not be a victim of Nazi barbarism. Those 200 Jews returned to Germany in June 1939. Their fate is still unknown.
( READ ‘black flags wave of anti-Semitism IN CUBA a>‘)
Sources: CiroBianchiRoss/Excerpts/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
Historia del Anti-Semitismo en Cuba/ Arnoldo Varona, Editor
www.TheCubanHistory.com
HISTORIA DE ANTI-SEMITISMO EN CUBA
Esta es una historia espeluznante. En mayo de 1939 más de 900 judíos que arribaron al puerto de La Habana a bordo del buque San Luis, procedente de la Alemania nazi, se vieron impedidos de desembarcar pese a que todos contaban con la autorización pertinente para hacerlo, un llamado permiso de desembarco por el que pagaron un mínimo de 150 dólares. Casi todos ellos habían solicitado visa para Estados Unidos y pensaban permanecer en la Isla solo hasta que pudieran entrar en dicho país. Pero ocho días antes de que el San Luis zarpara con destino a Cuba desde el puerto alemán de Hamburgo, el presidente cubano Federico Laredo Bru, invalidaba mediante un decreto, los permisos de desembarco. Para entrar en Cuba se haría obligatorio entonces contar con una autorización de la Secretaria de Estado y otra, de la Secretaría del Trabajo, más el pago de un bono de 500 dólares, requisitos de los que, desde luego, se excluía a los turistas. Ninguno de los pasajeros del buque San Luis supo de la entrada en vigor de esa medida hasta llegar al puerto de La Habana. Y ya era demasiado tarde. Debieron regresar a Europa. No muchos de ellos sobrevivieron para contar la historia. (LEER TheCubanHistory “The Voyage of the SS St.Louis)
El país atravesaba entonces una aguda depresión económica. Había hambre, la esperanza de vida era corta y la gente moría, por falta de médicos y medicinas, de enfermedades perfectamente curables. Las fuentes de empleo eran escasas. Sin embargo, el movimiento obrero y revolucionario cubano no protestó contra la emigración judía, aun cuando antes de la llegada del San Luis ya habían entrado a la Isla unos 2 500 hebreos.
Periódicos como Diario de la Marina, Ataja y Alerta alentaron la xenofobia y el antisemitismo en un país donde los judíos –llamados por lo general polacos- formaron siempre parte del paisaje. La aversión se vio incrementada por la propaganda hitleriana. No se olvide que en 1938 se constituyó en La Habana –calle 10 no. 406 entre 17 y 19, Vedado- el Partido Nazi y que existió aquí, en la misma época, el Partido Fascista Nacional, que fueron autorizados por el Registro Especial de Asociaciones del gobierno provincial.
Los nazis cubanos decían ver en el alegado “Judeo-comunismo” su enemigo frontal y, según su reglamento, se aprestaban a cooperar con los poderes públicos “en lo que respecta al reembarque de emigrados antillanos” y otras “emigraciones indeseables”, con lo que se proponían sacar del país no solo a haitianos y jamaicanos, que trabajaban mayormente como braceros en la zafra azucarera, sino a los judíos, dedicados en lo fundamental a los negocios, por lo que abogaban además por “una legislación sobre restricciones de licencias comerciales e industriales”.
El San Luis no fue la única embarcación con judíos a bordo que corrió esa suerte en el puerto de La Habana. Sucedió lo mismo con otros buques.
El 27 de mayo de 1939, el mismo día del arribo del San Luis, tocó puerto habanero el buque inglés Orduña, con 120 judíos austriacos, checos y alemanes. Cuarenta y ocho de esos pasajeros traían el permiso de desembarco invalidado por las autoridades nacionales. Aun así pudieron bajar a tierra. Los 72 restantes se vieron obligados a un largo peregrinar por Sudamérica, pese a que también apelaron a la benevolencia del presidente Roosevelt, que mostró oídos sordos al pedido. Después de atravesar el Canal de Panamá, el Orduña hizo breves escalas en puertos de Colombia, Ecuador y Perú. En este último país encontraron refugio cuatro pasajeros y los otros 68 volvieron al Canal a bordo de otro barco inglés. Allí, en la ciudad panameña de Balboa, siete de ellos obtuvieron visas para Chile, y los otros quedaron en el Fuerte Amador hasta 1940, cuando los admitieron en EE UU.
También en mayo de 1939 llegó a La Habana el buque francés Flandre, con 104 judíos a bordo. Imposible el desembarco. Puso la embarcación rumbo a México, donde tampoco se permitió desembarcar a sus pasajeros y el Flandre volvió a Francia, donde el gobierno aceptó a los emigrados, pero los recluyó en un campo de internamiento.
Otro barco más, el Orinoco, gemelo del San Luis, debió llegar a La Habana en junio con 200 pasajeros a bordo. Pero enterado su capitán de lo sucedía en ese puerto, trató de que Inglaterra y Francia los acogieran. No los aceptaron, y tampoco lo hizo EE UU. Diplomáticos norteamericanos entonces presionaron al embajador alemán en Londres para que diera garantías de que una vez de vuelta a Alemania los refugiados no serían víctima de la barbarie nazi. Regresaron aquellos 200 judíos a Alemania, en junio de 1939. Su destino es todavía una incógnita.
(LEER ‘LAS BANDERAS NEGRAS DEL ANTI-SEMITISMO ONDEAN EN CUBA‘)
Sources: CiroBianchiRoss/Excerpts/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
Historia del Anti-Semitismo en Cuba/ Arnoldo Varona, Editor
www.TheCubanHistory.com