DESCENDIENTES AFRO-CUBANOS, INFUSIÓN DENTRO DE LA MUSICA POPULAR NACIONAL. HISTORIA. VIDEOS. PHOTOS.
La transformación de Cuba en una isla productora de azúcar está íntimamente ligada a través de la trata de esclavos a la historia africana. Coincidió con el colapso del imperio Oyo de Nigeria después de décadas de luchas internas entre los yoruba y la guerra con sus vecinos fulani al norte y los dahomeyanos al oeste.
A principios del siglo XVI, la demanda de “esclavos” africanos, que habían sido introducidos a Cuba desde España, se incrementó dramáticamente. El comercio de esclavos con la costa occidental africana se disparó, y se estima que casi 400 000 africanos fueron traídos a Cuba durante los años 1835-1864. [¡Eso es aproximadamente 1150 por mes durante 29 años!] En 1841, los esclavos africanos constituían más del 40% de la población total.
Muchos yoruba fueron llevados a Cuba muy tarde en el comercio de esclavos, especialmente durante los años 1820-1840, cuando formaban una mayoría de [africanos] enviados a través del Atlántico desde los puertos de la Bahía de Benin. Incluían varios subgrupos de habla yoruba, incluidos Ketu, Ijesha, Egbado, Oyo, Nago y otros.
Fernando Ortiz contabilizó la presencia de más de cien etnias africanas diferentes en la Cuba del siglo XIX y estimó que a fines de ese siglo catorce “naciones” distintas habían preservado su identidad en las asociaciones de ayuda mutua y clubes sociales conocidos como cabildos, sociedades de libertad. y negros esclavizados de la misma “nación” africana, que luego incluyó a sus descendientes nacidos en Cuba.
VIDEOS- AFRO-CUBANOS IDENTIDADES… (Music)..
En Cuba, los hablantes de yoruba se hicieron conocidos por el término colectivo Lucumí, después de una frase en yoruba, ‘oloku mi’, que significa mi amigo. Como resultado de la esclavitud, los linajes y grupos de parentesco que habían apoyado el culto de los diversos orishas fueron interrumpidos. Surgió una nueva religión llamada santería, que agrupaba a muchos orishas, cada uno de los cuales se identificaba con un santo católico en cuyo día se celebraban las fiestas.
A partir de los cabildos de base étnica de la Cuba colonial, la santería se organizó en “casas” individuales, conocidas como Casas de ocha. Desde entonces se ha extendido mucho más allá de su base étnica original, tanto dentro como fuera de Cuba.
SANTERIA, UN NUEVO COMIENZO…
El ingreso a la santería es a través de un largo proceso de iniciación, durante el cual un orisha se sienta en la cabeza de un iyawó o iniciado. Al igual que en otras religiones de origen africano en las Américas, la música juega un papel fundamental al hacer que el orisha baile en la cabeza de los iniciados y al crear y mantener el entorno ritual.
Los instrumentos más sagrados entre los lucumí son el trío de tambores batá, que cuando están consagrados se llaman fundamentales y se dice que sostienen una deidad residente llamada Añá. Los batá se tocan en las ceremonias de iniciación, en las presentaciones de iniciados a los tambores, en los funerales, en las ceremonias de homenaje a los ancestros y en otras que requieran tambores sacralizados.
Otros estilos lucumí incluyen conjuntos de calabazas con cuentas, conocidas como abwe o chekeré, que se tocan, por ejemplo, en ceremonias que celebran rituales de “cumpleaños”; y conjuntos de tambores bembé, generalmente de forma cilíndrica, que pueden mostrar influencias no yoruba y generalmente se encuentran en áreas rurales.
LOS ESTILOS AFRICANOS EN LA MÚSICA POPULAR CUBANA…
En la década de 1950 hubo una mayor infusión de estilos y temas rituales de Lucumí en la corriente principal de la música popular cubana. Un evento importante fue el lanzamiento de un LP llamado ‘Santero’, que contó con la participación de bateristas de la zona de La Habana y cantantes tan populares como Mercedes Valdés, Celia Cruz y otros, todos cantando en Lucumí. Celia Cruz y Gina Martín también grabaron canciones en formato de conjunto que eran homenajes a diferentes orishas. Más recientemente, el grupo cubano ‘Mezcla’, con el gran Akron (líder de la canción lucumí) Lázaro Ros, ha estado grabando una nueva música ritual-popular, algunas al estilo del zouk del Caribe francés, algunas influenciadas por el jazz y el rock.
Batá es un conjunto de tres tambores de dos parches en forma de reloj de arena. La mayor iyá (madre), [E-Yah], es el tambor maestro. El iyá llama a los ritmos, llama a los cambios y conversaciones. Le sigue en tamaño el itótele (significa: sigue completamente), [E-Toe-Teh-Lay], sigue la dirección del iyá respondiendo a las llamadas de conversación, y el ritmo cambia. El tambor más pequeño, okónkolo [O-Kon-Ko-Lo], a veces denominado Omegle [O-May-Lay (niño fuerte)], en su mayor parte, toca patrones de ostinato, y también cambia los ritmos de las llamadas del iyá.
El último cabildo africano que sobrevive en Cuba es el de San Juan Batista, fundado en 1854 en la ciudad de Matanzas.
AFRO-CUBAN DESCENDANTS, INFUSION INTO THE POPULAR CUBAN MUSIC. HISTORY. VIDEOS. PHOTOS.
Cuba’s transformation into a sugar-growing island is intimately linked via the slave trade to African history. It coincided with the collapse of the Oyo empire of Nigeria after decades of internal strife among the Yoruba and warfare with their Fulani neighbors to the north and Dahomeans to the west.
At the beginning of the 16th century, the demand for African “slaves”, who had been introduced into Cuba from Spain increased dramatically. The slave trade with the West African coast exploded, and it is estimated that almost 400,000 Africans were brought to Cuba during the years 1835-1864. [That’s roughly 1150 per month for 29 years!] In 1841, African slaves made up over 40% of the total population.
Many Yoruba were taken to Cuba very late in the slave trade, especially during the years 1820-1840, when they formed a majority of [Africans] sent across the Atlantic from the ports of the Bight of Benin. They included several Yoruba-speaking subgroups, including the Ketu, Ijesha, Egbado, Oyo, Nago and others.
Fernando Ortiz Counted the presence of over one hundred different African ethnic groups in 19th century Cuba and estimated that by the end of that century fourteen distinct “nations” had preserved their identity in the mutual aid associations and social clubs known as cabildos, societies of free and enslaved blacks from the same African “nation,” which later included their Cuban-born descendants.
In Cuba, Yoruba speakers became known by the collective term Lucumí, after a Yoruba phrase, ‘oloku mi’, meaning my friend. As a result of slavery, the lineages and kin groups that had supported the worship of the various orisha were disrupted. A new religion called santería arose, which grouped together many orishas, each of which became identified with a Catholic saint on whose day festivals would be held.
From the ethnically-based cabildos of colonial Cuba, santería became organized into individual “houses,” known as Casas de ocha. It has since spread far beyond its original ethnic base, both within and outside of Cuba.
SANTERIA A NEW BEGINNING…
Entry into santería is through a long process of initiation, during which an orisha is seated in the head of an iyawó, or initiate. As in other African-based religions in the Americas, music plays a critical role in bringing the orisha to dance in the heads of the initiates, and in creating and sustaining the ritual setting.
The most sacred instruments among the Lucumí are the trio of batá drums, which when consecrated are called fundamental and are said to hold an indwelling deity called Añá. Batá are played at initiation ceremonies, in the presentations of initiates to the drums, at funerals, in ceremonies honoring the ancestors, and in others that call for sacralized drums.
Other Lucumí styles include ensembles of beaded gourds, known as abwe or chekeré, which are played, for example, in ceremonies celebrating ritual “birthdays;” and sets of bembé drums, usually cylindrical in shape, which may show non-Yoruba influences and is usually found in rural areas.
AFRICAN STYLES INTO THE POPULAR CUBAN MUSIC…
In the 1950s there was an increased infusion of Lucumí ritual styles and subject matter into the Cuban popular music mainstream. One important event was the release of an LP called ‘Santero’, which featured batá drummers from the Havana area and such popular singers as Mercedes Valdes, Celia Cruz, and others, all singing in Lucumí. Celia Cruz and Gina Martin also recorded songs in conjunto format that were homages to different orisha. More recently, the Cuban group ‘Mezcla’, featuring the great Akron (Lucumí song leader) Lázaro Ros, has been recording a piece of new ritual-popular music, some in the style of French Caribbean zouk, some influenced by jazz and rock.
Batá is a set of three double-headed, hourglass-shaped drums. The largest iyá (mother), [E-Yah], is the master drum. The iyá calls the rhythms in, calls changes and conversations. Next in size, the itótele (means: follows completely), [E-Toe-Teh-Lay], follows the direction of the iyá answering the conversation calls, and the rhythm changes. The smallest drum okónkolo [O-Kon-Ko-Lo], sometimes referred to as Omegle [O-May-Lay (strong child)], for the most part, plays ostinato patterns, also changing rhythms from the calls of the iyá.
The last surviving African cabildo in Cuba is San Juan Batista, which was founded in 1854 in the City of Matanzas.
Agencies/ Wiki/ AfricanLinks/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.