La caldosa castrista, con la olla en una mesa de patas endebles, junto a aguas albañales, se vendían vasos a 30, 50 y 80 pesos. La señora tomó todo de un largo trago y cruzó la calle sorteando el charco de aguas albañales justo frente al improvisado punto gastronómico.
LA CALDOSA CASTRISTA, una Olla Simbolo de la Decadencia del Comunismo Cubano. PHOTOS.
LA MUJER APURO EL PASO hasta llegar a la esquina de las calles Reina y Manrique, en Centro Habana. Frente a una mesa de patas endebles con una olla encima pidió “una caldosa de 30 pesos”. El vendedor le sirvió un líquido pálido en el que flotaban pequeños trozos de algo. La señora tomó todo de un largo trago y cruzó la calle sorteando el charco de aguas albañales justo frente al improvisado punto gastronómico.
El etnólogo y jurista Fernando Ortiz definió a la cultura cubana como un ajiaco porque mezclaba lo africano, lo español y lo indígena, más un sinnúmero de costumbres de quienes migraron a la Isla desde disímiles latitudes. Denso y hecho a partir de carnes, viandas y verduras, este plato criollo podía “levantar a un muerto”, según describen los mayores, pero su realización resulta muy difícil en la actualidad, con sus ingredientes desaparecidos de las tarimas de los mercados o sumamente encarecidos.
En su lugar, es más común encontrar a su prima pobre: la caldosa. Mucha agua, cero maíz y, en lugar de yuca o malanga, apenas se le añaden plátanos burros o unas porciones de boniato, más económicos y fáciles de hallar. Menú principal de las celebraciones oficiales de cada 27 de septiembre, víspera del aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución, a esta se le identifica con la chapucería y la crisis que caracterizan al sistema cubano, por lo que se ha convertido en la receta insignia del castrismo.
Sin embargo, hay niveles y niveles de caldosa. La que este jueves se vendía en un portal de la calle Reina, justo a las afueras de un pequeño mercado agrícola, había descendido unos peldaños más en la calidad y el respeto al consumidor. Sin ningún aroma que brotara de la cazuela, con el hedor de las aguas negras acumuladas a escasos centímetros y hecha a partir de muy pocos componentes, la receta había degenerado hasta parecer agua tibia con cáscaras.
La Cuba de hoy se parece más a una caldosa que a un ajiaco. Atenazada por el éxodo, la falta de referencias culinarias y el descalabro económico, su fórmula se ha empobrecido tanto como la realidad. Mejor tomarla rápido y aguantando la respiración, para que llene el estómago pero no maltrate el paladar, como hizo la mujer que hoy, en Centro Habana, pidió la dosis más pequeña porque no se atrevió con el vaso más grande, por un valor de 80 pesos.
LA CALDOSA CASTRISTA, a Pot Symbol of the Decline of Cuban Communism. PHOTOS.
THE WOMAN HASTENED THE STEP until she reached the corner of Reina and Manrique streets, in Centro Habana. In front of a table with flimsy legs with a pot on top, she ordered “a broth for 30 pesos.” The vendor served him a pale liquid in which small pieces of something floated. The lady drank everything in one long drink and crossed the street, avoiding the puddle of sewage water right in front of the improvised gastronomic point.
The ethnologist and jurist Fernando Ortiz defined Cuban culture as an ajiaco because it mixed African, Spanish and indigenous, plus countless customs of those who migrated to the Island from different latitudes. Dense and made from meats, meats and vegetables, this Creole dish could “raise a dead man”, as described by the elders, but its preparation is very difficult today, with its ingredients missing from the market platforms or extremely expensive
Agencies/ 14yMedio/ Juan Diego Rodriguez, La Habana/ Extractos/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ www.TheCubanHistory. com