“LA BOLITA” (The Little Ball): an Story of the Old Cuba (Photos) * * “LA BOLITA”: una historia de la vieja Cuba (Fotos).

Sugar and ball walk together for a long time. A sweetening coffee, milk, coffee, custard and majarete . The other , purses and pockets of the lucky ones. The ball is played at home and in the windows of entry entry , timbiriches mounted within a business : cafe, catering, liquor .

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The window was a small bazaar raised at the right angle forming a street and the other : the corner ; Consulate and Virtues , Animas and Crespo , Trocadero and Consulate , Galiano and San Miguel , Industry and Bernal , which was Corbon Bar The clerk Ophelia, in the window , selling watchbands and leather wallets , rings with fake boulders , African and peters two kilos of chocolate , chocolates ( kisses ) by penny , round candies known as jacket ( if it has holes is not lifeguard . Did you hear ? ), key chains, hair ornaments , shoe heels , combs, scrapes, coconut sweets , white and tight , rompequijás , matches , cigarettes , cigars. And getting the ball bets , that was the main thing .

The major banks were Castillo , Bell and La China, involved the three in mystery, as throwing balls every night . Nobody ever saw , except the family. The game was banned. Bankers window pointers , and those who gathered to address the charade numbers ( timekeepers ) , I went to some Magua neighborhood police going into the hands of the official delegate of the area, responsible for distributing these profits subordinates , keeping him the most mogolla .

Bankers Republic contributed with lemon playing with characters intermediate floors of the national edifice , which guaranteed them protection when any rumpus . The favors were paid by telephone or telegram dictating the winning numbers , not the end , but the parlé and one hundred. “Johnny comes 6 and 20 , tell Aunt Panchita in Benjumeda 526 ” .

foto de chino de charada

He pointed one nickel (five cents ) , coins following in American tight kilo value . Nickel was also American . On one side the Indian, the other the Capitol in Washington. The Cuban, known as medium bore the star and shield. Kilo tight , nickel, Roosevelt Real face , quarter , dollar and silver paper circulated freely . The peseta or pecuña , national production , worth twenty cents.

A nickel in the window

A ball is bet a nickel on the glass , and if it was right point went to bed weighing 25 cents. With that money had lunch the other day, a steak of moth obese overflowing with fries and a coke for 75 cents, fifty Corbon Bar With left over , to the cinema to see Rita Hayworth in The Lady from Shanghai , the master Orson Welles , or Tony Curtis , Burt Lancaster and Gina Lollobrigida in Trapeze, the no less teacher Carol Reed. And there were thirty kilos for a palette of lemon San Bernardo , a bread with cod, three buns of face for I wake . And still reached for a sintered nocturnal .

Never paid so much money . Many husbands , before going to curralo left on the bedside table weight , enough for the lady of the house prepared a lunch of legend, with food pass her, the husband and the boys. If it was right one parlé , two numbers , then it was harvest . The phrase ” linked the parlé ” epoch . Getting a good woman to bed , get a raise at work, or find on the sidewalk a ten dollars with the face of the Father of the Nation was linking a parlé . Had to guess the two numbers : 16-48 or 26-47 . Then the bill was running, and long .

Sometimes , to the roll of the ball preceded him a verse dictated by the banker. Come on rails and pita . Some pointed to 91, which is tram. The banker threw the ball 47 , which is bird , walking on the tracks, but not pita, pita bread but eat . Or is it related to another bird? The verse was misleading metaphor murky . There’s the classic, alive and well : Animal that walks through the roof and breaks the roof. Boobies pointed to 4 , cat . And the bank pulled the 9 elephant. Many did target .

El chino de la charada

There trap surreal verses , because the ball was played mostly from random dreams , according to the person , animal or thing that appeared when Morpheus worked. If hung from a rack full moon , waning or rising , was played on 17 , if Grandma came to visit us at ñámpiti dream mansion , mounted on a bicycle Falls, is aimed a nickle to 8 , dead, or at 52 , bicycle . Scholars almost always gave rise to ball, versed in the mess and lies off the bench , that I was not so crazy getting guavas , whose meaning is Cuban package lie.

With time and ran a comb sugar and ball , although the Cuban , which does not subside , you keep getting in the seam to the charade , another way to weather the rain , but the bankers walk more hidden than yesterday, because if they get caught in the balls bounce and break them guavas .

ANTONIO CONTE
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Antonio Conte. Poet, novelist, journalist, university professor, screenwriter . Work published in Poetry : Red Poster ( 1969 ) , In the rush of Fire ( 1978 ) , In the trunk of a tree ( 1983 ) , Absence and steps ( 1986 ) . He has published books of short stories: Souvenir Water (1985 ) , And the morning will come ( 1986 )

Sources: CafeFuerte/Antonio Conte/Excerpt/WilfredoCancioIsla
InternetPhotos/thecubanhistory.com
“LA BOLITA” (The Little Ball): an Story of the Old Cuba
The Cuban History, Arnoldo Varona, Editor

Foto de Enrique Martin Mazan – Sancti Spiritus
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“LA BOLITA”: UNA HISTORIA DE LA VIEJA CUBA

Azúcar y bolita andan juntas desde muy lejos. Una endulzando el café, la leche, el café con leche, la natilla y el majarete. La otra, las carteras y los bolsillos de los afortunados. La bola se jugaba a domicilio y en las vidrieras de apuntación, timbiriches montados dentro de un negocio: cafetería, fonda, licorera.

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La vidriera era un pequeño bazar levantado en el ángulo recto que formaban una calle y la otra: la esquina; Consulado y Virtudes, Animas y Crespo, Trocadero y Consulado, Galiano y San Miguel, Industria y Bernal, donde estaba Corbon Bar. La dependienta Ofelia, dentro de la vidriera, vendía manillas de relojes y billeteras de cuero, sortijas con pedruscos falsos, africanas y peters de chocolate a dos kilos, bombones (besitos) a centavo, caramelos redondos conocidos como salvavidas (si no tiene hoyos no es salvavidas. ¿Oyó?); llaveros, adornos para el pelo, tacones de zapatos, peines, peinetas, raspaduras, dulces de coco, blanco y prieto, rompequijás, fósforos, cigarros, tabacos. Y recibiendo las apuestas de la bolita, que era lo principal.

Los bancos más importantes eran Castillo, Campanario y La China, envueltos los tres en el misterio, como las bolas que lanzaban cada noche. Nadie los vio nunca, salvo la familia. El juego estaba prohibido. Banqueros, apuntadores de vidriera, y los que recogían a domicilio los números de la charada (listeros), le pasaban al policía del barrio cierta magua que iba a parar a manos del oficial delegado de la zona, encargado de repartir su tajada a los subalternos, quedándose él con la mayor parte de la mogolla.

Los banqueros contribuían con la república tocando con limón a personajes de los pisos intermedios del edificio nacional, que les garantizaban protección a la hora de cualquier zafarrancho. Los favores se pagaban dictando por teléfono o telegrama los números ganadores, no de los terminales, sino del parlé y la centena. “Juanito llega 6 y 20, avisar a tía Panchita en Benjumeda 526″.

foto de chino de charada

Se apuntaba un níquel (cinco centavos), la moneda fraccionaria que seguía en valor al kilo prieto americano. El níquel también era americano. Por una cara el indio, por la otra el capitolio de Washington. El cubano, conocido como medio, llevaba impresa la estrella y el escudo. Kilo prieto, níquel, real cara de Roosevelt, quarter, dólar de papel y plata circulaban libremente. La peseta o pecuña, de producción nacional, valía veinte centavos.

Un níquel en la vidriera

A la bola se le apostaba un níquel en la vidriera, y si se acertaba el punto se iba a la cama con un peso 25 centavos. Con ese dinero se almorzaba al otro día un bisté de palomilla desbordado de papas fritas obesas y una coca cola, por 75 centavos, en Corbon Bar. Con los cincuenta que sobraban, al cine a ver a Rita Hayworth en La Dama de Shanghai, del maestro Orson Welles, o a Tony Curtis, Burt Lancaster y Gina Lollobrigida en Trapecio, del no menos maestro Carol Reed. Y quedaban treinta kilos para una paleta de limón San Bernardo, un pan con bacalao, tres bollos de carita para el amanezco. Y todavía alcanzaba para una frita nocturnal.

Nunca rindió tanto el dinero. Muchos maridos, antes de irse al curralo dejaban sobre la mesa de noche un peso, suficiente para que la señora de la casa preparara un almuerzo de leyenda, con pase para la comida de ella, el marido y los muchachos. Si se acertaba un parlé, dos números, entonces se hacía zafra. La frase “ligó el parlé” hizo época. Llevarse a una buena hembra al lecho, recibir un aumento en el trabajo, o encontrar en la acera un billete de diez pesos con la cara del Padre de la Patria era ligar un parlé. Había que adivinar los dos números: 16-48 ó 26-47. Entonces el billete corría, y largo.

A veces, a la tirada de la bolita le antecedía un verso dictado por el banquero. Anda sobre rieles y pita. Unos apuntaban al 91, que es tranvía. El banquero tiraba la bola 47, que es pájaro, que anda sobre los rieles, pero no pita, aunque come pan de pita. ¿O se refería a otro pájaro? El verso era engañoso, turbia metáfora. Ahí está el clásico, vivito y coleando: Animal que camina por el techo y no rompe el tejado. Los bobos apuntaban al 4, gato. Y el banco tiraba el 9, elefante. Muchos hacían diana.

El chino de la charada

Había trampa surrealista en los versos, porque la bola se jugaba casi siempre a partir del azar de los sueños, de acuerdo a la persona, animal o cosa que apareciera cuando Morfeo trabajaba. Si colgaba de un perchero la luna llena, menguante o creciente, se jugaba el 17; si llegaba la abuela ñámpiti a visitarnos en la mansión onírica, montada en una bicicleta Niágara, se apuntaba un níquel al 8, muerto, o al 52, bicicleta. Los estudiosos casi siempre daban pie con bola, duchos en el relajo y la mentira de la banca, que no andaba tan descabellada metiendo guayabas, cuya acepción cubana es paquete, mentira.

Con el tiempo y una peineta se acabaron el azúcar y la bolita, aunque el cubano, que no se desploma, le sigue dando en la costura a la charada, otra manera de capear el chaparrón, aunque los banqueros andan más escondidos que ayer, porque si los agarran en el brinco les rompen las bolas y las guayabas.

ANTONIO CONTE 1683191862
Antonio Conte. Poeta, narrador, periodista, profesor universitario, guionista cinematográfico. Obra publicada en poesía: Afiche rojo (1969), Con la prisa del fuego (1978), En el tronco de un árbol (1983), Ausencias y peldaños (1986). Ha publicado los libros de cuentos: Agua del recuerdo (1985), Y vendrá la mañana (1986)

Sources: CafeFuerte/Antonio Conte/Excerpt/WilfredoCancioIsla
InternetPhotos/thecubanhistory.com
“LA BOLITA” (The Little Ball): an Story of the Old Cuba
The Cuban History, Arnoldo Varona, Editor

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