JÓVENES CUBANOS…“QUIERO UN PAÍS SIN DESPEDIDAS”
Las aspiraciones de la juventud cubana siguen insatisfechas pese a la tímida apertura del régimen castrista.
Hace pocos días, sin pretenderlo, tuve la fortuna de escuchar clandestinamente el debate de tres treintañeros universitarios sobre las venturas y desventuras de la revolución, y sobre la agonía del soltero del grupo tratando de consolidar una relación de pareja con un salario en pesos cubanos, prácticamente inservibles en los establecimientos más apetecidos por la juventud. A media tarde, sentado en la terraza de un restaurante privado de La Habana, este periodista leía trabajosamente un informe sobre la nueva ley de inversión extranjera.
Invisible, oculto por una mampara, ajeno la cháchara del trío, me aprestaba a subrayar una novedad del borrador legislativo cuando un lamento en voz alta captó mi atención: “¡Que no chico! ¡Que al tercer día de salir con la jebita [chica] con diez pesos, me manda p’al carajo!”, se lamentaba el soltero. “Una mujer adulta entendería mi situación, pero yo no quiero una viejita, yo quiero una jeba de 25 [años]”. Aparqué inmediatamente el proyecto de ley y pegué la oreja disimuladamente: tenía la oportunidad de escuchar una conversación franca, entre amigos, carburada por la ingesta de cervezas. Si me hubiera identificado probablemente habrían enmudecido porque los tres eran funcionarios del Ministerio del Interior, según colegí de la conversación.
“Yo soy revolucionario como tú y sé que estamos en un momento histórico, pero con seiscientos pesos al mes [unos 30 euros] no me llega. Y si me quiero comprar un pantalón tengo que guardarme el sueldo entero. Y no me queda para tomarme un refresco”, insistió el soltero, que llevaba la voz cantante e ignoraba los argumentos de sus amigos sobre las bondades de la revolución. “Aquí te duele un callo y te atienden en el hospital. Vete a El Salvador y verás”. “¿Es que vamos a dejar de ser revolucionarios ahora?”, terció la mujer que completaba el trío.
La discusión se adentró en derroteros sociopolíticos. “Yo no os digo nada de eso”, respondía el amargado célibe. “Yo os digo que aquí hay una realidad que hay que arreglar. Compadre, yo leo, escucho y miro, ¿eh? Y ahora dime tú: ¿realmente quieres irte de misión a Venezuela con lo malo que está eso, o te vas sólo por el CUC [divisas]? A mí no me interesa el internacionalismo. Yo quiero vivir en Cuba. Y no voy a tener hijos mientras no pueda comprarles cosas. Y estas doce cervezas sólo puedes pagarlas porque estás de misión. Yo no puedo. Y si me meto en un negocio, voy preso”.
El abierto debate, que se prolongó durante más una hora sobre diversos temas y terminó con el compromiso de comerse un puerco asado en Santiago, ponía de manifiesto el desafío afrontado por el Gobierno para satisfacer una de las apetencias de los jóvenes, revolucionarios, contrarrevolucionarios o pasotas: aumentar la capacidad adquisitiva y los espacios de consumo y esparcimiento.
Pero el régimen no sólo afronta el reto de resolver la dualidad monetaria, la distorsionante y enrevesada convivencia de peso cubano (CUP) y el CUC, equivalente al dólar, que ha prometido solucionar progresivamente. El hegemónico Partido Comunista de Cuba (PCC) afronta además el descontento de amplios sectores de una juventud diversa y alfabetizada, pero mayoritariamente ajena a la retórica política y justificaciones macroeconómicas, que reclama más ámbitos de participación y expresión. Esos chavales quieren vivir el presente. La épica revolucionaria les queda lejos. Ambicionan estrenos cinematográficos y literarios, jeans y zapatillas deportivas, móviles, viajes, el contoneo de la canción “Quimba para que suene”, las novedades tecnológicas, el acceso domiciliario a Internet, y liberalizaciones en sintonía con las tendencias internacionales.
El debate de los treintañeros tras la mampara es extrapolable pero muy diferente al variopinto de los botellones juveniles de ron y sandunga del malecón capitalino, al de las tribus urbanas y el reggaeton de la calle 23, al escuchado en los tranquilos arrabales de La Víbora, Santos Suárez y 10 de Octubre, o entre los niños pijos de ropa de marca e iPhone 5, del night club privado Sangri-La, de Miramar.
Sospecho que las canas de este enviado y la cicatriz ocular de un accidente de moto llevaron a los hirientes comentarios de dos veinteañeras de Centro Habana, que se acercaron a la ventanilla de mi coche de turista. “Aquí no hay futuro. Yo me iría aunque sea con un viejo en silla de ruedas”, se ofreció Claudia, estudiante de enfermería y proclive al puterío. “Y yo con un tuerto”, agregó, más precisa y sugerente, su amiga.
De todas formas no cabe hablar de una juventud cubana uniforme sino de varias, con muchos matices y frecuentes invocaciones nacionalistas frente a Estados Unidos a la hora de argumentar a favor o en contra de las reformas en curso y abordar una eventual apertura política. Las diferentes percepciones dependen mucho del género, raza, extracción social, niveles educativos y recursos, según la socióloga María Isabel Rodríguez.
El joven Harold Cárdenas no ignora las consecuencias de una nación cerrada, emigrante. “Quiero vivir en un país al que mis amigos quieran regresar, donde las despedidas no sean definitivas, donde los asientos del aula no sean suficientes”, escribió en su blog La Nueva Cuba. La patria ambicionada por Cárdenas deberá acelerar los cambios para que el soltero de la amargura pueda invitar a la jebita de sus amores, y para que Claudia abandone la idea de huir empujando una silla de inválidos.
El País, Spain /JUAN JESÚS AZNAREZ, La Habana/InternetPhotos/www.thecubanhistory.com
JOVENES CUBANOS…”QUIERO UN PAIS SIN DESPEDIDAS”.
The CUban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor
YOUNG CUBANS … ” I WANT A COUNTRY WITHOUT FAREWELLS. ”
The aspirations of the Cuban youth remain unmet despite the tentative opening of the Castro regime.
A few days ago , unintentionally, I was fortunate to listen clandestinely discussion of three college thirtysomethings on the fortunes and misfortunes of the revolution, and the agony of the singles group trying to build a relationship with a salary in Cuban pesos , practically useless in most desired by the local youth. By mid-afternoon , sitting on the terrace of a private restaurant in Havana , this reporter laboriously reading a report on new foreign investment law .
Invisible , hidden by a screen , oblivious chatter trio , me getting ready to underline a new release of draft legislation when a loud cry caught my attention : “That there boy! That the third day out with jebita [ girl ] with ten pesos , send me p’al fuck ! ” Bachelor lamented . ” An adult woman would understand my situation, but I do not want an old lady , I want a jeba 25 [ years ] .” I parked the bill immediately and secretly my ear : had the opportunity to hear a candid conversation between friends, carbureted intake for beers. If I’d have probably identified muted because the three were officials of the Ministry of Interior, as I gathered from the conversation.
“I ‘m a revolutionary just like you and I know that this is a historic moment , but with six hundred pesos a month [ about 30 euros ] does not reach me . And if I want to buy a pair of pants I have to keep my entire paycheck . And I do not have to take a drink , “insisted the party, which ruled the roost and ignored the arguments of his friends about the benefits of the revolution. “This hurts a corn and serve you in the hospital. Go to El Salvador and see. ” ” Are we going to stop being revolutionaries now? ” Interjected the woman who completed the trio .
The discussion delved into sociopolitical paths. “I do not say any of that ,” replied the bitter celibate. ” I tell you here is a reality that needs to be fixed . Compadre , read , listen and watch , huh ? And now you tell me : do you really want to go on a mission to Venezuela with how bad is it , or you’ll just for the CUC [ currency ] ? I do not care internationalism. I want to live in Cuba . And I will not have children while you can not buy things . And these twelve beers because you can only pay mission . I can not . And if I get into a business, go to jail . ”
The open debate , which lasted for over an hour about various subjects and ended with a commitment to eat a pork roast in Santiago , highlighted the challenge faced by the Government to meet the desires of youth , revolutionaries, counterrevolutionaries or drifters : increasing purchasing power and consumption spaces and amenities .
But the regime not only faces the challenge of solving the dual currency , distorting and convoluted coexistence of Cuban peso (CUP ) and the CUC, pegged to the dollar , which has promised to gradually resolve . The Communist Party of Cuba (PCC ) hegemonic also faces discontent of large segments of a diverse and literate youth, but mostly outside the macroeconomic policy rhetoric and justifications , which claims more areas of participation and expression. These kids want to live in the present . The revolutionary epic is far away . Aspire cinematic and literary releases , jeans and sneakers , mobile , travel , the swagger of the song ” Quimba to sound ” technological developments , the home access to the Internet, and liberalization in line with international trends.
The debate of the thirties behind the screen is extrapolated but very different motley of juveniles bottles of rum and the capital sandunga boardwalk , the urban tribes and reggaeton 23rd Street , to hear in the quiet suburbs of The Viper , Santos Suarez and October 10 , or between the posh kids branded clothing and iPhone 5, the night club private Shangri -La , Miramar.
I suspect this gray hair and eye scar sent a motorcycle accident took the hurtful comments of two twenties Centro Habana , who came to the window of my car tourist. “There is no future. I would go even with an old wheelchair , ” Claudia , a nursing student and prone to whoring offered . ” And with a one-eyed ,” he added , more precise and evocative , her friend .
Anyway no question of a uniform but several Cuban youth , with many nuances and frequent invocations nationalists against the United States when arguing for or against the ongoing reforms and addressing a possible political opening. The different perceptions rely heavily on gender, race, social background , educational levels and resources, according to sociologist María Isabel Rodríguez .
Young Harold Cárdenas not ignore the consequences of a closed nation, emigrant. “I want to live in a country that my friends want to come back , where farewells are not definitive , the classroom where the seats are not enough,” he wrote in his blog The New Cuba . The country coveted by Cardenas will accelerate changes to the Bachelor of bitterness jebita can invite their sweethearts, and Claudia to abandon the idea of pushing a chair flee invalid .
El País , Spain / JUAN JESUS AZNAREZ , Havana / InternetPhotos / www.thecubanhistory.com
YOUNG CUBANS … ” I WANT A COUNTRY WITHOUT FAREWELL ” .
The Cuban History , Hollywood.
Arnoldo Varona , Editor