AQUELLAS POSADAS CUBANAS. RECUERDAS ?
Todo cubano mayor de 40 años recuerda aquellos hotelitos más o menos precarios a los que acudían las parejas. Hoy son cuarterías o refugios para damnificados de huracanes.
Primeramente fueron llamados “Albergues INIT”, porque eran administrados por el entonces nombrado Instituto Nacional de la Industria Turística. Sin embargo, los cubanos les pusieron el nombre por el que aún siguen siendo recordados: posadas.
En su concepción original, las posadas eran sitios para pernoctar cuando se llegaba a la ciudad a realizar algún tipo de gestión que requería de días. También eran lugares para parejas que buscaban un espacio para estar a gusto unas horas.
La mayoría de los hombres que no poseían una vivienda buscaban el modo de convencer a sus ocasionales o estables parejas para ir a una posada. En esa etapa, alquilar una habitación en el Hotel Habana Libre (antiguo Hilton) costaba alrededor de 22 pesos cubanos la noche. Pero en los años 70 y 80, 22 pesos era algo duro de conseguir.
Generalmente, las mujeres le hacían cierto rechazo a la idea de ir a las posadas. Si eran muy jóvenes, tenían miedo a ser reconocidas por alguien del barrio o la escuela. Si eran más adultas, ponían cierto reparo ante la higiene en las habitaciones y los huecos en las paredes. Era latente el peligro de infectarse con cierta clase de bichos francamente indeseables, los denominados caránganos.
Igualmente era recomendable revisar las paredes y en especial la puerta. Los huecos, y los correspondientes mirones, parecían formar parte del inexistente servicio al usuario.
Desde mediados de la década de los 80, las posadas empeoraron aún más.
Quien se lanzaba a la gran aventura de visitarlas, sin estar debidamente preparado, podía correr ciertos riesgos. Hay quien tuvo que lidiar con una habitación cuya cama estaba sostenida por cuatro ladrillos. También era posible encontrarse con colchones con más huecos que el paisaje lunar.
Los fines de semana eran complicados para reservar cuarto. Las filas para hacerlo resultaban largas y tediosas. Era común pagar diez o incluso veinte pesos para entrar más rápido. El posadero manejaba aparte dos o tres habitaciones para alquilarlas a quienes pagaban el sobreprecio. Como valor añadido, existía la posibilidad de que el colchón, la cama y la sábana fueran nuevos o al menos la sábana estuviera limpia.
Generalmente, la habitación tenía un pequeño baño donde nunca había agua. A un costado, dentro de este, se hallaba un recipiente más o menos idóneo para colectarla. El preciado líquido se buscaba al final del pasillo en un tanque o, con suerte, se tomaba de un grifo.
El destino de las posadas, al menos en La Habana, cambió definitivamente después de la llamada “tormenta del siglo”, en marzo de 1993. Para esa época, la mayoría se hallaban en manos de las municipalidades del Poder Popular. Algunas estaban en mal estado, sobre todo por problemas de filtraciones y humedad en las paredes. Sin embargo, rápidamente, los antiguos albergues se convirtieron en casas de vivienda para damnificados.
“Al principio, tuvimos que poner un cartel en la entrada: ‘Esto ya no es posada, aquí viven familias, no moleste'”, narró a este reportero, hace un tiempo, un inquilino de la antigua posada Venus, cercana a la Estación Central de Trenes de La Habana.
“Es que las parejas llegaban aquí, borrachas o ‘arrebatadas’, pidiendo ver al carpetero. Gritaban: ‘¡posadero, dame un cuarto que estamos locos por ya tú sabes!’ Y ese show con niños chiquitos, personas mayores viéndolo, tremenda pena… pero ya todo eso pasó.”
Aunque en la capital han desaparecido las posadas, hay otras ciudades del país, como la oriental Holguín, que conservan tal modalidad de hospedaje. En esa capital provincial, el Gobierno logró destinar, años atrás, un presupuesto para la reparación básica de antiguos hoteles en el área urbana, como el Majestic y el Turquino. Lo más llamativo es que se conservó el pago en moneda nacional (CUP) por el servicio.
En Santa Clara, el amplio hotel Modelo recibió una supuesta reparación capital y fue reinaugurado a bombos y platillos. Al poco tiempo, sin embargo, los problemas afloraron y hoy día está más o menos igual que antes.
El papel que jugaban las posadas es asumido hoy por los arrendatarios de habitaciones en casas particulares. En Holguín se cobra la estadía por horas. Para los que alquilan es más lucrativo hacerlo así y no por día de estancia. En Cienfuegos y Santiago de Cuba, el precio de alquiler diario es de entre 8 y 10 CUC, en dependencia de las condiciones de la habitación; si tiene disponible equipo de aire acondicionado o ventilador…
En la capital, el precio obedece a las comodidades que se ofertan y la ubicación. Se cobra más caro en el Vedado, cerca de la zona de los hospitales Oncológico y Calixto García. También en Playa están los arrendatarios, situados cerca de la Casa de la Música de Miramar, que cobran por horas y tienen clientela fija.
En fecha reciente, el Estado autorizó a las empresas que poseen pequeños o medianos moteles, conocidos como “casas de visita”, a ofrecer servicio de hospedaje a cualquier persona que lo solicite. Las habitaciones pueden ser alquiladas por días o por horas. El pago es en la devaluada moneda nacional (CUP).
Sin embargo, en el recuerdo de los mayores perviven aún aquellas posadas donde muchos descubrieron la magia imperecedera del sexo.
DDC/Camilo Ernesto Olivera, La Habana/ InternetPhotos/TheCubanHistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor
THOSE CUBAN ‘POSADAS’. REMEMBER ?
All most Cuban remembers those 40 years or so precarious hotelitos to attending couples. Today they are rooming houses or shelters for hurricane victims.
First they were called “Hostels INIT”, because they were administered by the then named National Institute of the Tourism Industry. However, the Cubans put them the name by which they are still remembered: inns.
In its original conception, the inns were places for the night when he came to town to do some kind of management that required days. They were also places for couples seeking a space to be comfortable few hours.
Most men who did not own a house looking for a way to convince your casual or regular partners to go to an inn. At that stage, rent a room at the Havana Libre Hotel (former Hilton) cost about 22 Cuban pesos a night. But in the 70s and 80s, 22 pesos was something hard to get.
Generally, the women did some reluctance to the idea of going to the inns. If they were very young, they were afraid to be recognized by someone in the neighborhood or school. If they were more adult, put some qualms about hygiene in the rooms and wall voids. Present danger was infected with some sort of downright undesirable bugs, called caranjanos.
Was also recommended to check the walls and especially the door. Voids and the corresponding onlookers, seemed part of the non-existent customer service.
Since the mid 80s, posadas got even worse.
Who launched into the great adventure of visiting them, without being properly prepared, could take some risks. Some people had to deal with a room whose bed was supported by four bricks. It was also possible to find mattresses with more holes than the lunar landscape.
Weekends were complicated to book room. To do so resulted rows long and tedious. It was common to pay ten or twenty dollars to go faster. The innkeeper ran separate two or three rooms for rent to whom you paid the premium. As an added bonus, the possibility existed that the mattress, bed sheet and were new or at least the sheets were clean.
Generally, the room had a small bathroom where there was never water. On one side, within this, a more or less ideal container for collecting it was. The precious liquid is looking down the hall in a tank or, hopefully, was taken from a tap.
The fate of the inns, at least in La Habana, definitely changed after the “Storm of the Century” in March 1993 that time, most were in the hands of the municipalities of the People’s Power. Some were shabby, especially for leaks and moisture problems in the walls. But quickly, the old houses turned into hostels housing for victims.
“At first, we had to put a sign at the entrance: ‘This is no longer inn families live here, do not bother,'” told this reporter, a while ago, a tenant of the old inn Venus, near the station Central Railway of Havana.
“Is that couples came here drunk or ‘snatched’, asking to see the folder holder shouted. ‘Innkeeper, give me a room that are crazy and you know!’ And that show with young children, older people watching, tremendous grief … but all that happened. ”
Although the inns have disappeared in the capital, other cities, such as the eastern Holguin, who retain such a mode of accommodation. In the provincial capital, the government managed to allocate some years ago, a budget for basic repair oldest hotels in urban areas like Majestic and Turquino. Most striking is that the payment was preserved in national currency (CUP) for the service.
In Santa Clara, the model received a large hotel repair and supposed capital was reopened to great fanfare. Soon, however, problems surfaced and today is more or less as before.
The role played posadas is assumed today by the tenants of rooms in private homes. Stay for hours charged in Holguin. For renters is more lucrative to do so and not by day of stay. In Cienfuegos and Santiago de Cuba, the daily rental price is between 8 and 10 CUC depending on the conditions of the room; available if you have air conditioner or fan …
In the capital, the price reflects the amenities offered and location. It becomes more expensive in the Vedado, near the area of Oncology and Calixto Garcia Hospital. Also in Playa tenants are located near the Casa de la Musica in Miramar, they charge by the hour and have regular clients.
Recently, the state authorized the companies with small to medium sized motels, known as “home visit” to provide hosting services to any person upon request. Rooms can be rented by the day or by the hour. Payment is in national currency devalued (CUP).
However, in the memory of older still survive those posadas where many discovered the enduring magic of sex.
DDC / Camilo Ernesto Olivera, Havana / InternetPhotos / TheCubanHistory.com
The Cuban History, Hollywood.
Arnoldo Varona, Editor