Bullfighting captivated public attention in Havana for nearly 200 years of colonial rule and not even the bans, from the forties of the twentieth century, the bullfighting tradition could be erased from the taste of the Cubans.
According to several articles consulted, the first bullfight took place in Cuba in 1514, one of the villages founded by Diego Velázquez. The written reference belongs to Bartolome de las Casas, who described the events of that day in his book “Historia General de las Indias.”
Some years later to celebrate the arrival in Santiago de Cuba by Hernando de Soto, in 1538, was made another run, while in the village of San Cristobal de La Habana was first run in 1569.
The runs were censored worldwide in 1567, by a pontifical decree threatening to excommunicate offenders, but the taste for the bulls was deeply rooted in Spain and King Philip II negotiated with the Vatican to stay home outside of that decree. As Cuba was a Spanish colony, then here are kept running. This information appears in the book “Intangible Spaces” by Juan Eduardo Bernal who pointed out that years later the promulgation of the decree of the Vatican, another monarch, Philip IV, began the stimulation of the just and approved the introduction of the flags, the sword and the crutch that caused him so much harm to animals.
In the book entitled “Old and Modern Havana,” by Jose Maria de la Torre, it appears that the first official run in Cuba occurred in 1759 and the author makes clear that both this and the unofficial, developed earlier, were made in any square or related market, because to date there were no arenas.
The first places in Havana were built in the late seventeenth century and is recognized as the first to the Sawmill and millions of Uncle Fred was located between the roads of Monte and Arsenal. One of the most famous was the Belascoaín, also known as Havana and remained open until 1897, when it was destroyed by fire.
Another well-known square was Carlos III and Infanta, which was also home runs to the end of Spanish rule over Cuba.
In October 1899 a military order issued by U.S. forces intervening, completely banned bullfighting. This provision was maintained, but at various points in the first part of the twentieth century Havana welcomed scenarios important bullfighters.
The last time there are reports of a bullfight in Cuba took place on Sunday August 31, 1947. The site chosen was the then young Grand Stadium del Cerro and over 30 thousand people witnessed the demonstrations of the Mexican matadors and Fermin Espinosa Silverio Perez, also known as “Armillita”. This was a different show because bullfighters could not clavarles flags to animals, much less kill them. Only then will the authorities agreed that effected the run.
What has happened since then? Never have consecutive bulls in Cuba, although some attempts are known to restore the practice, but have not borne fruit. What it has not disappeared from the Cuban culture is the fondness for bulls. In many parts of the country and there are rodeos sport lovers to demonstrate their skills in bull riding and shooting down on the link and animals.
Source: Habanaradio / GomezMasjuan / InternetPhotos / TheCubanHistory.com
Bullfighting in Cuba / The Cuban History / Arnoldo Varona, Publisher
CORRIDAS DE TOROS EN CUBA
Las corridas de toros cautivaron la atención del público habanero durante casi 200 años de dominio colonial y ni siquiera las prohibiciones, a partir de la década de los cuarenta del siglo XX, pudieron borrar la tradición taurina del gusto de los cubanos.
De acuerdo con varios artículos consultados, la primera corrida de toros en Cuba se celebró en 1514, en una de las villas fundadas por Diego Velázquez. La referencia escrita pertenece a Bartolomé de las Casas quien describió los acontecimientos de ese día en su libro “Historia General de las Indias”.
Algunos años después y para celebrar la llegada a Santiago de Cuba de Hernando de Soto, en 1538, se efectuó otra corrida; mientras en la villa de San Cristóbal de La Habana se corrió por primera vez en 1569.
Las corridas fueron censuradas en todo el mundo en 1567, por un decreto pontificial que amenazaba con excomulgar a los transgresores; sin embargo, el gusto por los toros estaba muy arraigado en España y el rey Felipe II negoció con el Vaticano para que su país quedara fuera de ese decreto. Como Cuba era colonia española, entonces aquí se siguió corriendo. Esta información aparece en el libro “Espacios Intangibles” de Juan Eduardo Bernal quien señala que años más tarde de promulgado el decreto del Vaticano, otro monarca, Felipe IV, comenzó la estimulación de las justas y aprobó la introducción de las banderillas, la espada y la muleta que tanto daño le ocasionaban a los animales.
En el libro titulado “Habana Antigua y Moderna”, de José María de la Torre, aparece que la primera corrida oficial en Cuba se produjo en 1759 y aclara el autor que tanto esta como las no oficiales, desarrolladas anteriormente, se efectuaban en cualquier plazoleta o mercado afín, porque para la fecha no existían plazas de toros.
Las primeras plazas en la capital cubana se construyeron a finales del siglo XVII y se reconoce como la primera a la de Aserradero y millo del tío Blas que estaba situada entre las calzadas de Monte y Arsenal. Una de las más famosas fue la de Belascoaín, conocida también como de La Habana y que se mantuvo abierta hasta 1897, año en que fue destruida por un incendio.
Otra Plaza muy conocida fue la de Carlos III e Infanta, la cual también albergó corridas hasta el fin de la dominación española sobre Cuba.
En octubre de 1899 una orden militar, emitida por las fuerzas interventoras norteamericanas, prohibió por completo las corridas de toros. Esta disposición se mantuvo; sin embargo, en varios momentos de la primera parte del siglo XX diversos escenarios habaneros acogieron a importantes toreros.
La última vez que se tienen noticias de una corrida de toros en Cuba ocurrió el domingo 31 de agosto de 1947. El lugar escogido resultó el por entonces joven Gran Stadium del Cerro y más de 30 mil asistentes presenciaron las demostraciones de los matadores mexicanos Silverio Pérez y Fermín Espinosa, también conocido como “Armillita”. Este fue un espectáculo diferente porque los toreros no podían clavarles banderillas a los animales y mucho menos matarlos. Solo así las autoridades aceptaron que se efectuara la corrida.
¿Qué ha pasado desde aquella fecha? Nunca más se han corridos toros en Cuba, aunque se conocen de algunos intentos por restaurar la práctica; pero no han fructificado. Lo que sí no ha desaparecido de la cultura cubana es la afición por los toros. En muchos lugares del país existen los rodeos y allí los amantes a este deporte demuestran sus habilidades en la monta de toros, así como en el enlace y derribo de animales.
Fuente: Habanaradio/GomezMasjuan/InternetPhotos/TheCubanHistory.com
Corridas de Toros en Cuba/ The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor