— CUBAN CHARACTERS: Hector, The Havana Vieja Organ Player. + PERSONAJES CUBANOS: Hector, El Organillero de la Habana Vieja.

CUBAN CHARACTERS: HECTOR, HAVANA VIEJA ORGAN PLAYER.

In the Cuba Republica you could not miss this character. It was a traditional personage who wandered from many years ago by almost all old towns in Europe.

This gentleman did not blow the organ was only a mechanical music box. Was accompanied by a macaque monkey was trained to that collected the gifts that gratification way street artist dropped people in the little monkey hat.

This Cuban organ operated in the Havana neighborhood known for Old Havana and called Hector.

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Hector circulated through the streets of Old Havana with its rolling organ and monkey, elegantly dressed in a red kepi hat pulled down so the ears. He was well known in the Avenida del Puerto, the Plaza and surrounding Albear colonial building, where once stood the Captaincy General.

In the Plaza del Vapor also known as Plaza Heel, Peña Pobre neighborhood and around the Church of the Angel. Yes, because Old Havana is something like what elsewhere called the historic center of the city, usually preserved tourist. But in the case of Old Havana Cuba today break all molds.
Fernando Villaverde said the historian, it was not just a place, but a bazaar, the diversity and the mix of races, cultures and colorful characters who congregated there in all trade and activities.
The trick to the surface and disrupt the Locería ironic laughter of power. The people exceed their moral tearing around laughing, mocking up himself.

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La Habana Vieja, that magical maze of 56 streets, parks and a walk in August, is an open book to pieces. So you find a rooming palatial manor in police station, a half-empty mall. .

His torn balconies with balustrades mid fall, not even against the planchette kept onlookers from below.

Until colonial walls without plastering, breathe brutal realism.

It is in this environment, years ago, where our character does not lose its essence and nature. Make your work with the joy of life that lies behind the simple things of everyday life behind.

Hector avoided approaching high schools. I was terrified at the High School that was on Zulueta Street near the neighborhood. Students, as Hector saw his organ and his monkey, became used real devils.

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Did Hector and his animal victims of all kinds of jokes and pranks, typical of youth, provided tease and have fun while at the expense of the unfortunate organ. Hector peacefully, calmly or protest, supported the jubilant chiquillería jokes while, pushing his organ and protecting his monkey was leaving the place.

Hector The monkey was very well educated. Each time Héctor ended in one of catilinarias melodic, the monkey got out of the organ with his cap in his hands, gracefully paraded before passersby and tourists were milling around to enjoy the show, and collect coins that gave without losing a single.
Hector used to be accompanied by a key sounded a rhythmic beat on the arc; musical wheels of his carriage. A very original way that Hector had to do less monotonous and more tropical organ symphony of the “Organ of Old Havana.”

Agencies/Lilia Bustamante/Juan Perez/InternetPhotos/Arnoldo Varona/thecubanhistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.

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PERSONAJES CUBANOS: HECTOR, EL ORGANILLERO DE LA HABANA VIEJA.

En Cuba republicana no podía faltar este personaje. Era un personajillo tradicional que deambulaba desde muchos años atrás por casi todos los pueblos viejos de Europa.

Este señor hacía sonar el organillo que no era más que una cajita mecánica de música. Se acompañaba de un monito macaco amaestrado que era el que recogía las dádivas que a manera de gratificación al artista callejero dejaban caer las personas en el sómbrerito del pequeño simio.

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Este organillero cubano operaba en la barriada capitalina conocida por La Habana Vieja y se llamaba Héctor.

Héctor circulaba por las calles de La Habana Vieja con su organillo rodante y su monito, elegantemente vestido, con un quepis rojo a manera de sombrero encasquetado hasta las orejas. Era bien conocido en la Avenida del Puerto, la Plaza Albear y los alrededores del edificio colonial, donde una vez estuvo la Capitanía General.

En la Plaza del Vapor también conocida como Plaza Tacón, el barrio Peña Pobre y los alrededores de la Iglesia del Ángel. Sí, porque La Habana Vieja es algo así como lo que en otros lugares llaman el casco histórico de la ciudad, generalmente conservado turísticamente. Pero en el caso de La Habana Vieja de la Cuba de hoy se rompen todos los moldes.

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La Habana Vieja, ese mágico laberinto de 56 calles, 8 parques y un paseo, es un libro abierto hecho pedazos. Lo mismo te encuentras un palacete convertido en cuartería solariega, que en estación de policía, que un centro comercial semi vacío. Sus balcones desgarrados, con balaustradas a medio caer, que ni siquiera conservan la tablita contra los mirones desde abajo.

Hasta sus murallas coloniales, sin repellar, respiran un realismo brutal.

Es en este entorno, años atrás, donde nuestro personaje no pierde su esencia y su naturaleza.

Héctor, el organillero de la Habana Vieja evitaba acercarse a las escuelas secundarias. Tenía terror al instituto de bachillerato que estaba en la calle Zulueta, cerca de la barriada. Los estudiantes, en cuanto veían a Héctor con su organillo y a su monito, se convertían en verdaderos diablillos de ocasión.

Hacían a Héctor y a su animalito víctimas de toda clase de burlas y travesuras, propias de la juventud, con tal de molestar y divertirse a la vez a costa del infeliz organillero. Héctor pacíficamente, sin inmutarse ni protestar, soportaba las bromas de la alborozada chiquillería mientras, empujando su organillo y protegiendo a su monito se alejaba del lugar.

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El monito de Héctor estaba muy bien educado. Cada vez que Héctor terminaba en una de sus catilinarias melódicas, el monito se bajaba del organillo con el quepis en sus manos, desfilaba graciosamente ante los transeúntes y turistas que se arremolinaban a su alrededor para gozar del espectáculo, y recoger las monedas que le daban sin perder una sola.

Héctor solía acompañarse de unas claves que hacía sonar a rítmico compás sobre el arco de la; ruedas de su carruaje musical. Una manera muy original la que tenía Héctor de hacer menos monótona y más tropical la sinfonía del organillo del “Organillero de La Habana Vieja”.

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