On December 7, twenty-six years have passed since Reinaldo Arenas committed suicide.
He belonged to that generation of Cubans who, as he himself affirmed, lived “the debasement of misery during Batista’s tyranny, the degradation of power under Castroism and the debasement of the dollar in capitalism.” When he left Cuba in 1980, in Mariel, and after his passage through Miami, he ruled that if Cuba was Hell, that was Purgatory. It was not a good start to hold a name with a work still in the making.
He took refuge in the anonymous population of New York, where he took his life at the age of 47, in the terminal phase of AIDS. He passed through this world like a hurricane, sick, exiled, persecuted, vexed and ignored not only by Castro’s Cubans but by many companions of exile, not always appreciated but always dazzling. Possessing an incredible narrative capacity, an unusual enthusiasm and a vitality bordering on recklessness, Reinaldo was the enfant terrible of anti-Castroism.
Anyone seeking in his work a reasoned and structured argument against the Castro regime – and after Fidel’s death we have seen that there are many who seem not to be aware of the abomination that he supposed – will not be very satisfied or To find abundant theoretical arguments on which to rely. Perhaps it seems to him that Reinaldo Arenas is offering an image that sometimes detracts credibility from his terrible sufferings by highlighting pathetic and unflattering situations. However, none of what he refers to in his novels is imaginary, his reality is that of an amazing world (as he called one of them), a world paralyzed by slavery and fear. His peasant origins made him a first-hand witness, oblivious to any snobbism or class compassion, which was necessarily deviant. The people he paints are contradictory, wild, frightened, willing to be vile to survive and possess, at one and the same time, an amazing artistic sense.
Reinaldo Arenas found it difficult to make a name for the uncomfortable and transported. I witness how difficult it was to publish it in Spain, because I was responsible for publishing some of his novels in the Mondadori publishing house, in the last years of his life, and can establish with him a friendship and a correspondence that was cut short with his death. It is not surprising that his novels had to come out first in English and French. Liliane Hassan, Spanish translator and “hispanizante”, was responsible for translating the works of Reinaldo Arenas into French, even before they had been published in Spanish, as well as those of many other Cuban novelists who, because of their status as ” Outlaws “and dissidents of the Castro regime were systematically ignored in the more progressive editorials of France and, let alone Spain, where by the time she began to represent him in Europe (I speak of the years 60-80 ), Were still unknown because, paradoxically, the left – which has dominated mainly publishing houses and the media either directly, or sentimentaloide blackmail – was never more sectarian than during the Franco / anti-Francoist period and immediately after. Those difficulties did not make life any kinder, certainly.
Https://youtu.be/uFwj6LaklN8
‘Before the Night Falls’ Film.
His posthumous fame was heightened by the international repercussions of the film ‘Antes que anochezca’, based on his posthumous memoirs, starring Javier Bardem. Suddenly, in the global imaginary, mostly pro-Castro, the most important thing in Reinaldo’s life – one of the most bitter opponents of Castro – was that a pro-Castro had embodied him in the celluloid; Suddenly, the most important thing about Reinaldo was his homosexuality, which is no longer considered such improper conduct and, to a lesser extent, of course his “literary qualities”.
On Dr. Castro’s island, Arenas was, literally and literarily, a “non-person,” but even if Arenas was anything, “a damn writer” or “a damn writer,” he had catapulted himself to fame and everyone knew Which was Cuban, then had to be recovered. In 2001 Lourdes Arencibia, president of the section of literary translation of the Union of Writers and Artists of Cuba, published a book entitled Reinaldo Arenas, between Eros and Tánatos. It was published in Colombia, but with the approval of the Cuban authorities and was Be presented at the Institute of the Cuban Book in Havana that same year “were not others who, imputing us the quiet, indicate that it is an important figure of Cuban and Hispanic American letters – and not the creature to whom Nobody wants to take a walk- “, wrote the author in his prologue.
If that was so, he must have been in a wheelchair because none of his works were published in Cuba.
Agencies/Libertad Digital/Julia Escobar/YouTube/Internet Photos/TheCubanHistory.com
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REYNALDO ARENAS, A LOS 26 AÑOS DE SU DESAPARICIÓN CREATIVA.
El pasado 7 de diciembre se cumplieron veintiséis años desde que se suicidó Reinaldo Arenas.
Perteneció a esa generación de cubanos que, como él mismo afirmó, vivió “el envilecimiento de la miseria durante la tiranía de Batista, el envilecimiento del poder bajo el castrismo y el envilecimiento del dólar en el capitalismo”. Cuando salió de Cuba en 1980, en el Mariel, y tras su paso por Miami, dictaminó que si Cuba era el Infierno, aquello era el Purgatorio. No fue un buen comienzo para sostener un nombre con una obra todavía en ciernes.
Se refugió, pues, en el anonimato poblado de Nueva York, donde se quitó la vida a los 47 años, en fase terminal del SIDA. Pasó por este mundo como un huracán, enfermo, exiliado, perseguido, vejado y ninguneado no sólo por los cubanos castristas sino por muchos compañeros de exilio, no siempre apreciado pero siempre deslumbrante. Poseedor de una increíble capacidad narrativa, de un entusiasmo desusado y de una vitalidad rayana en la temeridad, Reinaldo fue el enfant terrible del anticastrismo.
Quien busque en su obra un alegato razonado y estructurado contra el régimen de Castro -y a raíz de la muerte de Fidel hemos podido comprobar que hay muchos que parecen no estar al corriente de la abominación que éste supuso- no va a sentirse muy satisfecho ni a encontrar abundantes argumentos teóricos en los que apoyarse. Quizás le parezca que Reinaldo Arenas está ofreciendo una imagen que, en ocasiones, resta credibilidad a sus terribles padecimientos, al poner de relieve situaciones patéticas y poco halagüeñas. Sin embargo, nada de lo que él refiere en sus novelas es imaginario, su realidad es la de un mundo alucinante (como tituló una de ellas), un mundo paralizado por la esclavitud y el miedo. Su origen campesino le convirtió en un testigo de primera mano, ajeno a cualquier esnobismo o compasión clasista, forzosamente desvirtuadora. Las personas que pinta son contradictorias, desaforadas, asustadas, dispuestas a cualquier vileza para sobrevivir y poseedoras a un tiempo de una asombroso sentido artístico.
Al incómodo y transterrado Reinaldo Arenas le costó mucho trabajo hacerse un nombre. Soy testigo de lo difícil que resultaba publicarle en España, pues fui la responsable de publicar alguna de sus novelas en la editorial Mondadori, en los últimos años de su vida y puede entablar con él una amistad y una correspondencia que se truncó con su muerte. No es de extrañar que sus novelas tuvieran que salir primero en inglés y en francés. Liliane Hassan, traductora de español e “hispanizante”, fue quien se ocupaba de traducir al francés las obras de Reinaldo Arenas, antes incluso de que se hubieran publicado en español, así como las de tantos otros novelistas cubanos que, por su condición de “proscritos” y disidentes del régimen castrista, eran sistemáticamente ninguneados en las editoriales más progres de Francia y, no digamos ya, de España, donde por la época en que ella empezó por así decirlo a representarle en Europa (hablo de los años 60-80), eran todavía unos desconocidos porque, paradójicamente, la izquierda –que ha dominado mayoritariamente las editoriales y los medios de comunicación bien directamente, bien por chantaje sentimentaloide– nunca fue más sectaria que durante la etapa franquista/antifranquista e inmediatamente posterior. Aquellas dificultades no contribuyeron a hacerle la vida más amable, ciertamente.
https://youtu.be/uFwj6LaklN8
‘Antes que Anochezca’ Film.
Su fama póstuma se vió acrecentada por la repercusión internacional de la película ‘Antes que anochezca’, basada en sus memorias póstumas, protagonizada por Javier Bardem. De pronto, en el imaginario global, en su mayoría procastrista, lo más importante de la vida de Reinaldo -uno de los más mordaces opositores a Castro- era que un procastrista le hubiera encarnado en el celuloide; de pronto, lo más importante de Reinaldo era su homosexualidad, que ya no es considerada una conducta tan impropia y, en menor medida, por supuesto sus “cualidades literarias”
En la isla del doctor Castro, Arenas era, literal y literariamente, una “no persona”, pero aunque Arenas fuera lo que fuese, “un escritor maldito” o “un maldito escritor”, se le había catapultado a la fama y todos sabían que era cubano, luego había que recuperarlo. En 2001 Lourdes Arencibia, presidenta de la sección de traducción literaria de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, publicó un libro titulado Reinaldo Arenas, entre Eros y Tánatos.Estaba publicado en Colombia, pero con el beneplácito de las autoridades cubanas e iba a ser presentado en el Instituto del Libro Cubano, en La Habana de ese mismo año”no fueran otros quienes, al imputarnos la callada, nos señalen que se trata de una figura importante de las letras cubanas e hispanoamericanas —y no la criatura a la que nadie quiere sacar a pasear—”, escribió la autora en su prólogo.
Si eso fue así, debió de ser en silla de ruedas porque en Cuba se siguió sin publicar ninguna de sus obras.
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