We owe Spaniards many things, good and bad, but above all a very important one, the habit of breakfast, lunch and dinner … and dessert, because it is who gives the final bouquet of food. The sweets in Cuba did not emerge properly from the convents of nuns as in Spain and other countries, but come from the popular tradition of migratory flows that nurtured our nationality.
In Cuba we have a great pastry tradition partly due to Spanish heritage and also because of the great production of cane sugar, honey and tropical fruits with which a very large variety of jams and basic preparations are prepared that will serve as a filling or will be part of the elaborations of sweets in bakeries and kitchens.
IN THE VARIETY IS THE TASTE OF THE CUBAN SWEETS.
There are many variations of Cuban sweets: coconut nougat (black or white cactus depending on whether it is made with white sugar or brown sugar), guava hulls with cream cheese, grated coconut with cheese, yucca and malanga donuts, rice with milk, fanguito (dulce de leche, similar to dulce de leche argentino or cajeta mexicana), dulce de leche cortado (simply cut milk is cooked with lemon zest and sugar remaining as lumps), coconut flan, morón torticas, flan pumpkin, bread pudding, tocinillo del cielo, boniatillo, pumpkin fruit in syrup, guava jam, guava and coconut cakes, vanilla or chocolate custard, sweet cornmeal with raisins and condensed milk, an endless list that does not We could close for now without talking about my favorite although of Spanish origin evidently: the torrejas, as my grandmother did, with thick slices of bread called in Cuba of flute, of hard crust, very fluffy and fried in olive oil. olive and then swim in a syrup of milk and eggs with cinnamon and whose predominant flavor is red wine, tastier impossible. There were cookies of many types, but my favorite was the cookie Columbus, limited marketing in Havana and with a texture and a light anise flavor that made it exquisite, without desdorar the famous queque. A cake is as is known in some countries to sponge cake or cake, made with flour, eggs, sugar and milk. In Cuba the cake is more similar to a cookie and is used mostly to eat with coffee with milk.
Many sweets have gone to the memory, but nevertheless, with nothing similar quality have survived the passage of time the masareales (incorrectly called matahambres, which we saw is something else), no longer with the famous filling of coconut or guava but mixtures indefinite that can range from sweet potato to banana. Similarly, when Cuba was a major world producer of sugar, the scrape (called piloncillo in Mexico and papelón in Venezuela) went from being a despicable sweet to a luxury one. Another series of sweets, marquesitas, sawdust pancakes and others of similar low cost emerged, but Cuba is still a country made for confectioners, not only because of its tremendous variety of desserts, but also because when you compare one you realize that the exaggerated amount of sugar consumed by the Cuban for everything from coffee, juices or milk. Oh and I have not forgotten, another article I’m going to talk about a subject that deserves a separate: fruits, smoothies and ice cream.
In Cuba there was a saying that said: “Without sugar there is no country” that some have forgotten or never knew; life showed us that without sugar there is still a country, but there are no tasty sweets.
You can still taste a delicious “bread with timba”, the food of the masons who for less than 10 cents had a bread with guava paste and a Materva soft drink, the highest volume there was. A bar of guava weighing a pound, duly stored in a wooden box, cost 12 cents, now one of lower quality costs 12 pesos. If you find it.
LOS DULCES CUBANOS: CASCOS DE GUAYABA CON QUESO CREMA.
A los españoles les debemos muchas cosas, buenas y malas, pero sobre todo una muy importante, el hábito al desayuno, almuerzo y comida… y el postre, porque es quien da el bouquet final de la comida. Los dulces en Cuba no surgieron propiamente de los conventos de monjas como en España y otros países, sino provienen de la tradición popular de las corrientes migratorias que nutrieron nuestra nacionalidad.
En Cuba tenemos una gran tradición de repostería en parte por herencia española y también por la gran producción de azúcar de caña, miel y frutas tropicales con los cuales se preparan una variedad muy grande de confituras y preparaciones básicas que servirán de relleno o formaran parte de las elaboraciones de dulces en las pastelerías y cocinas.
EN LA VARIEDAD ESTA EL GUSTO DE LOS DULCES CUBANOS.
Muchas son las variaciones de los dulces cubanos: turrón de coco (mojón de negro o de blanco según esté hecho con azúcar blanca o azúcar morena), cascos de guayaba con queso crema, coco rallado con queso, buñuelos de yuca y malanga, arroz con leche, fanguito (dulce de leche parecido al dulce de leche argentino o a la cajeta mexicana), dulce de leche cortada (simplemente la leche cortada se cocina con ralladura de limón y azúcar quedando como grumos), flan de coco, torticas de morón, flan de calabaza, pudín de pan, tocinillo del cielo, boniatillo, fruta bomba en almíbar, mermelada de guayaba, pastelitos de guayaba y coco, natilla de vainilla o chocolate, harina de maiz en dulce con pasas y leche condensada, una lista interminable que no podiamos cerrar por ahora sin hablar de mi preferido aunque de origen evidentemente español: las torrejas, como las hacía mi abuela, con gruesas lonjas de pan llamado en Cuba de flauta, de corteza dura, bien esponjosas y fritas en aceite de oliva y que después nadan en un almíbar de leche y huevos con canela y cuyo sabor predominante es el vino tinto, más sabrosas imposible. Existían galletas de múltiples tipos, pero mi preferida era la galleta Colón, de comercialización limitada en La Habana y con una textura y un ligero sabor a anís que la hacía exquisita, sin desdorar al famosísimo queque. Un queque es como se conoce en algunos países al bizcocho o torta, elaborado con harina, huevos, azúcar y leche. En Cuba el queque es más parecido a una galleta y se usa sobre todo para comer con café con leche.
Muchos dulces han pasado a la memoria, pero sin embargo, con calidad nada parecida han sobrevivido al paso del tiempo los masareales (incorrectamente llamados matahambres, que ya vimos es otra cosa), ya no con el famoso relleno de coco o guayaba sino de mezclas indefinidas que pueden ir desde boniato hasta plátano. Igualmente, cuando Cuba era gran productor mundial de azúcar, la raspadura (llamada piloncillo en México y papelón en Venezuela) pasó de ser un dulce despreciable a uno de lujo. Surgieron otra serie de dulces, las marquesitas, los panqués de aserrín y otros de similar baja factura, pero Cuba sigue siendo un país hecho para los dulceros, no solo por su tremenda variedad de postres, sino porque además al comparar uno se da cuenta de la exagerada cantidad de azúcar que consume el cubano para todo, desde el café, los jugos o la leche. Ah y no se me olvidado, otro artículo voy a hablar de un tema que merece un aparte: las frutas, los batidos y los helados.
En Cuba había un dicho que decía: “Sin azúcar no hay país” que algunos han olvidado o nunca conocieron; la vida nos mostró que sin azúcar sigue habiendo país, pero no hay dulces sabrosos.
Todavía se puede saborear un delicioso “pan con timba”, la comida de los albañiles que por menos de 10 centavos almorzaban un pan con pasta de guayaba y un refresco Materva, el de mayor volumen que había. Una barra de guayaba de una libra de peso debidamente guardada en una cajita de madera, costaba 12 centavos, ahora una de menor calidad cuesta 12 pesos. Si lo encuentras.
Agencies/MemoriasCubanas/Carlos Rodríguez/Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanHistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.