Inside CubaLettters From Cuba (6/1/2012)

Por Fernando Ravsberg
THE CAR, THE CUBAN AND PARASITES

In Cuba there are two ways of doing things: the easy and the bureaucracy. No matter how positive it is a law, bureaucrats will always know how to turn it into a thick swamp which can come only if you have their help, none disinterested, indeed.

The government last year approved the sale of cars, but established 3 categories of citizens: those who are entitled to purchase a 0 km, the ones only can buy from the used ones at rental companies and the ones that can only buy it from another Cuban.

A trumpeter from a salsa group entitles you to buy a new one but a peasant, who works all day in the sun, can only buy the old car of another Cuban. Same happens to doctors who even when got their dollars saving lives in the African jungles.

You don’t have to be Nostradamus to guess that with such prohibitions a network of some bureaucrats have mounted a side business.

And the government will set up a captive market by delivering more than 2,000 letters of authorization for the purchase of modern used cars. The problem arises because they release only 20 of those vehicles per week.

Cuban doctor hitchhiking on a street in Havana. (Photo: Raquel Perez)

I was reminded of a Cuban psychologist who spoke at the TV causing chaos explaining the “politics of the funnel,” referring to the supermarkets where there are 10 cashiers and a single exit door.

It is not uncommon to appear interminable waiting lines when the authorities create a demand tens of times greater than the supply. Whoever has the last turn today you can buy your car in the middle of 2014, provided that no one strain over the next 2 years.

If the wait will be made of this body-as in the bakery or the hold-would form a waiting line of about 7 blocks.

The calculation does not have scientific rigor, is made on the basis of a national body with a volume that it occupies no more than 50cm in the row.
But do not get discouraged, bureaucrats are out of the swamp.

If you want to buy a car faster “demobilized” from the rental companies simply reward the employee that, “at great personal risk”, will facilitate the operation.

The rates are very flexible, ranging depending on the possibilities of “client” and the price of the car, but in a purchase and sale of cars, which incidentally was present, observed that the “appreciation” given the state employee was caring $ 500.

I took this figure as the average, multiplied by the cars sold each week and discovered that these people are pocketing more than $ 40,000 a month, a salary of not insignificant even if they have to split it with their bosses and other fellow workers.

The trouble is that this money does not come from the pocket of any millionaire or wealthy individuals. It comes from the Cubans who worked outside, away from their families, reducing their expenses to a minimum to save every penny and acquire “the car” of their dreams.

In this case, corruption is provided by the State itself by attempting to exercise control over citizens in issues that should be left to each individual. Paradoxically, it is in those moments when people make up the best traps to avoid surveillance. Because in reality the state is an abstraction represented in practice by officials of different rank, ability and ethics.

No doubt there are some among them truly virtuous, but I know others who would sell their grandmother if they succeed to get a good “commission.”
It is true we can not live without them but we are able to clip their wings limiting its discretion, the power to decide on the citizen.

Of course this is only achieved if state institutions are also willing to relax its control over society.

For non-Cubans is almost impossible to understand the relationship between the state-citizen car but I sense it is a very sensitive issue, so that cost the office of a minister when he wanted to renovate the park to allow importation of modern cars in return for handing the old .It is a mystery the extent of the law for the sale of houses and prohibitions that have the car.

These are still a kind of prize reserved for the elect and, no doubt, have become the hallmark of most visible class that exists in Cuba.

It would be interesting to hear the explanation of what economic, ideological, political or security would have if they eliminate restrictions on trade in automobiles and the citizen can buy your “little car” without having to bear to bleed employees of the state-parasites.

Sources:CartasDesdeCuba/FernandoRavsberg/Photo:R.Perez/TheCubanHistory.com
Cartas Desde Cuba/ The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor

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By Fernando Ravsberg
EL CARRO, EL CUBANO Y LOS PARASITOS

En Cuba hay dos formas de hacer las cosas: la fácil y la de la burocracia. Por muy positiva que sea una ley, los burócratas siempre sabrán cómo convertirla en un espeso pantano del cual solo se puede salir si se cuenta con su ayuda, nada desinteresada, por cierto.

El gobierno aprobó el pasado año la compraventa de automóviles, pero estableció 3 categorías de ciudadanos: los que tienen derecho a comprar un 0 km, los que solo deben aspirar uno de los usados en las empresas de alquiler y los que únicamente podrán adquirirlo de otro cubano.

A un trompetista de un grupo de salsa se le da derecho a comprar uno nuevo pero un campesino, de los que trabajan el día entero bajo el sol, solo puede comprar el auto viejo de otro cubano. Igual que le ocurre a los médicos aunque hayan ganado sus dólares salvando vidas en la selva africana.

No había que ser Nostradamus para adivinar que con semejante entramado de prohibiciones algunos burócratas iban montarse un negocio paralelo.

Y el gobierno les creó un mercado cautivo al entregar más de 2.000 cartas de autorización para la compra de automóviles modernos de uso.
El problema surge porque solo sacan a la venta 20 de esos vehículos por semana. Me recordé de un psicólogo cubano que habló en la TV del caos que provoca “la política del embudo”, refiriéndose a los supermercados donde hay 10 cajas cobrando y una sola puerta de salida.

Doctora cubana haciendo autostop en una calle de La Habana. (Foto: Raquel Pérez)

No es raro que aparezca una cola interminable cuando las autoridades crean una demanda decenas de veces mayor que la oferta. Quien tenga hoy el último turno podrá comprar su auto a mediados del año 2014, siempre que nadie se le cuele durante los próximos 2 años.

Si la espera se realizara de cuerpo presente -como ocurre en la panadería o en la bodega- se formaría una cola de unas 7 cuadras. El cálculo no tiene rigor científico, está hecho sobre la base de un ciudadano con un volumen corporal que ocupe no más 50cm de la fila.

Pero no hay que desanimarse, los burócratas pueden sacarlo del pantano. Si Ud. quiere comprar más rápidamente un automóvil “desmovilizado” de las empresas de alquiler bastará con retribuir al empleado que, “a costa de grandes riesgos personales”, le facilitará la operación.

Las tarifas son muy flexibles, van en dependencia de las posibilidades del “cliente” y del precio del automóvil, pero en una compra-venta de autos, en la que casualmente estuve presente, observé que el “agradecimiento” entregado al solícito empleado estatal fue de US$500.

Tomé esta cifra como promedio, la multipliqué por los automóviles que venden cada semana y descubrí que estos personajes se embolsan más de US$40.000 al mes, un sobre sueldo nada despreciable aunque tengan que repartirlo con sus jefes y demás compañeros de faena.

Lo malo es que este dinero no sale del bolsillo de ningún millonario ni de personas acaudaladas. Proviene de los cubanos de a pie que trabajaron en el exterior, lejos de sus familias, reduciendo sus gastos al mínimo para ahorrar cada centavo y adquirir “el carrito” de sus sueños.

En este caso, la corrupción la facilita el propio Estado al pretender ejercer un control sobre los ciudadanos en temas que deberían ser competencia de cada individuo. Paradójicamente, es en esos momentos cuando la gente inventa las mejores trampas para eludir la vigilancia.

Porque en realidad el Estado es una abstracción representada en la práctica por funcionarios de diferente rango, capacidad y ética. No dudo que entre ellos haya algunos verdaderamente virtuosos, pero conozco a otros que venderían a su abuela si lograran sacar una buena “comisión”.

Es cierto que no podemos vivir sin ellos pero tenemos la posibilidad de cortarles las alas limitando su capacidad discrecional, su poder de decidir sobre el ciudadano. Claro que eso solo se logra si las instituciones del Estado están también dispuestas a relajar su control sobre la sociedad.

Para los no cubanos es casi imposible comprender la relación Estado-automóvil-ciudadano pero percibo que es un tema muy sensible, tanto que le costó el cargo a un ministro cuando quiso renovar el parque permitiendo la importación de autos modernos a cambio de entregar el viejo.

Resulta un misterio la amplitud de la ley para la compraventa de casas y las prohibiciones que tiene la de automóviles. Estos siguen siendo una especie de premio mayor reservado para los elegidos y, sin lugar a dudas, se han convertido en el sello de clase más visible que existe en Cuba.

Sería interesante oír la explicación sobre cuáles son problemas económicos, ideológicos, políticos o de seguridad que habría si eliminan las restricciones al comercio de automóviles y el ciudadano puede comprar su “carrito” sin tener que soportar que lo desangren los empleados-parásitos del Estado.

Sources:CartasDesdeCuba/FernandoRavsberg/Photo:R.Perez/TheCubanHistory.com
Cartas Desde Cuba/ The Cuban History/ Arnoldo Varona, Editor

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