– CUBA… On That 20 of May 1902! . PHOTOS. <> CUBA.. En ese 20 de Mayo de 1902!. FOTOS.

That day wrote, full of healthy chauvinism, the chronicler Federico Villoch on one of his faded Old Postcards: “On May 20, 1902 – a day of splendid sun and blue sky, as if God had come down to take part in the party- the flag of the American Intervention descended from the mast of the Morro -not bigger than a handkerchief, of the little ones- and our national “banderón” went up – big, beautiful, enormous – taking the world alone; and swallowing the air, waving victorious in frantic whips ».

It points later: “There was no window, door, roof, roof, balcony or public road post where a Cuban flag, more or less large, hung; nor the chest of a man who did not show his three colors intertwined in a button or rosette in the buttonhole of the frock coat, jacket or jacket; nor a woman’s hairstyle where the tall, thick bun does not look like the national flag, on the tip of an artistic and upright pin. ”

The historian Ramiro Guerra synthesized in 1932: “Those who had the privilege of contemplating that apotheosis will never be able to forget it”.

Were those Cubans who were crying for happiness in the street wrong with the founding of a State with international recognition even if it were a crippled and castrated Republic? Was Máximo Gómez wrong when, with eyes clouded by tears, he embraced José Miguel Gómez, that May 20, in the old throne room of the government palace, to say: “I think we have arrived”?

We had really arrived? Emilio Roig wrote in 1959: “The Republic that emerged on May 20, 1902, was not, without a doubt, the one they conceived and for which several generations of Cubans fought and died …

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“Our long struggle for independence fulfilled its historic mission. And we Cubans must feel very satisfied to have left the Spanish despotism and conquered the Republic.

“Very happy we must also feel … that after achieving the independence of Spain, we could destroy the annexation plans of President McKinley and Governor Leonardo Wood and, thanks to the tenacious struggle maintained by our people during the US military intervention, that hid the triumph of the Liberation Army, the Republic will be achieved, even with the castration that meant the Platt Amendment, terrible factor of disturbance and citizen dissociation ».

Patriotic Fervor

… The ovations were happening every time on foot, on horseback or by car, passed one of the top leaders of the Liberation Army-Garcia Menocal, Jose Miguel, Cebreco. Montalvo, Quintín Bandera … -. The crowd was renewed in the Plaza de Armas to bring the president and his secretaries to the balcony of the palace. Don Tomás looked out and left to repeat the same thing in a little while. It was an intense day. To greet the president came the Rector of the University of Havana and the director of the Academy of San Alejandro, directors of the Economic Society of Friends of the Country, the mayor of Havana and his councilors, the heads of the Fire and Guard Corps Rural, the consuls and the accredited foreign press, members of the United States Congress and representatives of the Catholic Church headed by Monsignor Barnada, archbishop primate of Santiago de Cuba …. José Francisco Martí Zayas Bazán, the son of the Apostle, commanded the company of ceremonies.

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Estrada Palma attended a Te Deum at the Cathedral and supervised a student stop at the Plaza de Armas. Through the Prado, from La Punta to Campo de Marte, there were parades of floats sponsored by institutions or companies, bands of music, flagged in honor of the American republics and political groups. They also paraded people with costumes and danced and sang the blacks that made up a comparsa. In the evening, at the National Theater there was a great cultural evening in which Luis Estévez y Romero, Vice President of the Republic and his wife Marta Abreu occupied the box of honor. In the evening the fireworks started. Ana Cairo says about it: “The nocturnal Havana shone like a sun and the photographers took great pains to capture this rarity.” The parties ended on May 21, at dawn.

Triumphal arches were erected and, in the Central Park, a replica of the Statue of Liberty was placed. The one who could gave a hand of grout in front of his house. Not a few commercial establishments changed their name overnight to temper them to new times. There were parties for Cuba in Paris and in North American universities and in some locations in Mexico. The poems that exalted the event were not lacking.

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The magazine El Fígaro, in a number that circulated on the 20th, published valuable opinions about the nascent State and its future and an interesting photographic display. Juan Gualberto Gómez was strict in his considerations. In his opinion, the death of Martí diverted the course of the Revolution and in that deviation was the key to the great wound suffered by the ideal of the absolute independence of the fatherland. Juan Gualberto concluded: “We must persist in the claim of our mutilated sovereignty; and in order to achieve it, it is necessary to adopt again … the directing ideas and the methods that Martí advocated ».

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Ese día escribía, lleno de sano chovinismo, el cronista Federico Villoch en una de sus Viejas postales descoloridas: «El día 20 de mayo de 1902 —un día de espléndido sol y cielo azul, tal como si Dios hubiera bajado a tomar parte en la fiesta— descendía del mástil del Morro la banderita de la Intervención Americana —no mayor de un pañuelo, de los pequeños— y subía nuestro “banderón” nacional —grande, bello, enorme— cogiéndose él solo el mundo; y tragándose el aire, al ondear victorioso en látigos frenéticos».

Apunta más adelante: «No quedó ventana, puerta, tejado, azotea, balcón o poste de la vía pública de donde no colgase una bandera cubana, más o menos grande; ni pecho de hombre que no mostrase sus tres colores entrelazados en un botón o roseta en el ojal de la levita, saco o chamarreta; ni peinado de mujer donde el alto y espeso moño no luciera la enseña patria, en la punta de un artístico y enhiesto prendedor».

Sintetizaba el historiador Ramiro Guerra en 1932: «Los que tuvieron el privilegio de contemplar aquella apoteosis no podrán olvidarla jamás».

¿Se equivocaban aquellos cubanos que lloraban de felicidad en la calle ante la fundación de un Estado con reconocimiento internacional aunque fuera una República lisiada y castrada? ¿Se equivocó Máximo Gómez cuando, con los ojos nublados por las lágrimas, se abrazó a José Miguel Gómez, aquel 20 de mayo, en el viejo salón del trono del palacio de gobierno, para decirle: «Creo que hemos llegado»?

¿Habíamos llegado realmente? Escribía Emilio Roig en 1959: «La República que surgió el 20 de mayo de 1902, no fue, sin duda alguna, la que concibieron y por la que lucharon y murieron varias generaciones de cubanos…

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«Nuestra larga lucha por la independencia cumplió a plenitud su misión histórica. Y los cubanos debemos sentirnos muy satisfechos de haber salido del despotismo español y conquistado la República.

«Muy felices debemos también sentirnos… de que después de lograr la independencia de España, pudiéramos destruir los planes anexionistas del presidente McKinley y el gobernador Leonardo Wood y, gracias a la lucha tenaz mantenida por nuestro pueblo durante la intervención militar norteamericana, que escamoteó el triunfo del Ejército Libertador, se lograra la República, aún con la castración que significó la Enmienda Platt, factor terrible de perturbación y disociación ciudadana».

Fervor Patriotico.

… Las ovaciones se sucedían cada vez que a pie, a caballo o en coche, pasaba alguno de los altos jefes del Ejército Libertador —García Menocal, José Miguel, Cebreco. Montalvo, Quintín Bandera…—. La muchedumbre se renovaba en la Plaza de Armas para hacer salir al balcón de palacio al Presidente y a sus secretarios de despacho. Don Tomás se asomaba y se retiraba para repetir lo mismo al poco rato. Fue una jornada intensa. A saludar al mandatario acudían el Rector de la Universidad de La Habana y el director de la Academia de San Alejandro, directivos de la Sociedad Económica de Amigos del País, el Alcalde habanero y sus concejales, los jefes del Cuerpo de Bomberos y de la Guardia Rural, los cónsules y la prensa extranjera acreditada, miembros del Congreso de Estados Unidos y representantes de la Iglesia Católica encabezados por monseñor Barnada, arzobispo primado de Santiago de Cuba…. José Francisco Martí Zayas Bazán, el hijo del Apóstol, mandaba la compañía de ceremonias.

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Asistió Estrada Palma a un Te Deum en la Catedral y supervisó una parada estudiantil en la Plaza de Armas. Por el Prado, desde La Punta al Campo de Marte, hubo desfiles de carrozas auspiciadas por instituciones o empresas, bandas de música, abanderadas en honor de las repúblicas americanas y agrupaciones políticas. Desfilaron además personas con disfraces y bailaron y cantaron los negros que conformaban una comparsa. Por la noche, en el Teatro Nacional hubo una sonada velada cultural en la que Luis Estévez y Romero, vicepresidente de la República y su esposa Marta Abreu ocuparon el palco de honor, Tarde en la noche comenzaron los fuegos artificiales. Dice Ana Cairo al respecto: «La Habana nocturna resplandecía como un sol y los fotógrafos se esmeraron captando dicha rareza». Las fiestas acabaron el 21 de mayo, al amanecer.

Se levantaron arcos de triunfo y, en el Parque Central, se emplazó una réplica de la Estatua de la Libertad. El que pudo dio una mano de lechada al frente de su casa. No pocos establecimientos comerciales cambiaron de nombre de la noche a la mañana para atemperarlos a los nuevos tiempos. Hubo fiestas por Cuba en París y en universidades norteamericanas y en algunas localidades de México. No faltaron los poemas que exaltaron el acontecimiento.

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La revista El Fígaro, en un número que circuló el propio día 20, publicó valiosas opiniones sobre el naciente Estado y su futuro y un interesantísimo despliegue fotográfico. Juan Gualberto Gómez fue terminante en sus consideraciones. A su juicio, la muerte de Martí desvió el curso de la Revolución y en esa desviación estaba la clave de la gran herida que sufría el ideal de la independencia absoluta de la patria. Concluía Juan Gualberto: «Hay que persistir en la reclamación de nuestra soberanía mutilada; y para alcanzarla, es fuerza adoptar de nuevo… las ideas directrices y los métodos que preconizara Martí».

Agencies/Ciro Bianchi/ Excerpts/ Internet Photos/ Arnoldo Varona/ TheCubanistory.com
THE CUBAN HISTORY, HOLLYWOOD.

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